De un problema surgió una oportunidad: toneladas de guayaba sin salida al mercado y el deseo de no dejar perder el fruto del trabajo en la tierra. Así nació Rancho Alfa, un proyecto familiar liderado por María Elena Santo Ramírez y su esposo Braulio Alcaraz Gómez, originarios de Pared de San José de Gracia, que hoy combina la producción de dulces artesanales con el hospedaje rural en cabañas rodeadas de naturaleza.
“El proyecto es nuevecito”, contó María Elena con entusiasmo. Su esposo está encargado de la huerta de guayaba de su padre, y durante una temporada difícil para la comercialización nacional del fruto, vieron cómo se acumulaban cajas y cajas sin destino. “Veíamos las guayabas ahí, como ya para tirarlas. Me dio mucha tristeza ver todo eso y se nos vino la idea de hacer dulce de guayaba”.
Lo que empezó como una prueba sin experiencia terminó en un producto natural, artesanal, con un mínimo de azúcar pensado para personas con restricciones alimenticias. “Regalamos, regalamos hasta que salió… y salió muy delicioso”, recuerda. “Esto es 100% artesanal y natural”, afirmó con orgullo.
El proceso inicia desde la raíz. Braulio es quien cuida los árboles, riega, limpia el terreno, fumiga y cosecha. “Lo que estaba pasando es que este año no hubo mercado nacional para la venta de la guayaba, solo exportación. Entonces el producto se estaba echando a perder”, explicó. Las condiciones actuales del mercado agrícola, los aranceles y las exigencias para exportar, como el uso de fertilizantes e insumos aprobados por compradores internacionales, han elevado considerablemente los costos de producción.
Ya en la elaboración del dulce, el trabajo comienza desde las 4:00 de la mañana. María Elena se encarga de la cocción y limpieza de la fruta, mientras que Braulio participa en la mezcla y movimiento constante del producto para evitar que se pegue. “Es un proceso que parece sencillo, pero requiere muchísima paciencia. Lo artesanal tiene su tiempo”.
El producto aún no tiene un punto de venta fijo; por ahora lo distribuyen desde su hogar en la comunidad de Pared. “Mi casa es su casa”, dijo María Elena, también pueden realizar pedidos al número 449 349 6236.
Recientemente participaron en la Primera Exhibición Rural “Hecho en Jesús María”, donde presentaron sus dulces al público. “Estamos muy contentos de que nos hayan tomado en cuenta. Aquí nos han tratado súper bien, nos sentimos muy felices”.
Pero Rancho Alfa no solo es dulce. Las cabañas del lugar ya están listas para recibir a visitantes que buscan descanso y conexión con la naturaleza. “Es un lugar relajante, donde te desconectas del estrés. No necesitas más que el cielo, la tierra, el aire limpio”, compartió María Elena.
Este emprendimiento, nacido de la tierra y de una necesidad urgente, es un ejemplo del valor del trabajo en familia, de la creatividad frente a la adversidad y del poder de transformar un problema en una nueva forma de vida.




