Crisis de violencia en Tabasco: otra herencia de López Obrador a Sheinbaum  - LJA Aguascalientes
17/05/2025

  • El desplazamiento de los principales mandos en seguridad y procuración de justicia es la prueba tácita del fracaso de la lucha contra el crimen organizado en el estado; las acciones actuales son un claro distanciamiento de López Obrador 

En la tierra natal del expresidente Andrés Manuel López Obrador, el Edén mexicano, los hechos recientes han evidenciado el fracaso de la política de seguridad de su administración, así como la incapacidad de su estructura militar y civil para contener el avance del crimen organizado. La balacera ocurrida en diciembre de 2023 en Villahermosa marcó el inicio de una crisis que el nuevo gobierno federal, encabezado por Claudia Sheinbaum, ha intentado revertir con una estrategia distinta y frontal, liderada por Omar García Harfuch desde la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

Desde febrero de 2024, cuando se oficializó el relevo en los mandos de seguridad en Tabasco, se ha impulsado una política que toma distancia del modelo heredado por Adán Augusto López y su sucesor en el gobierno estatal, Carlos Merino. La llegada de Serafín Tadeo Lazcano a la SSyPC tabasqueña, un policía de carrera y parte del equipo de Harfuch, significó un punto de inflexión.

Los resultados comenzaron a registrarse: más de 540 “generadores de violencia” fueron detenidos entre febrero y marzo, incluyendo personajes clave como El Peje, El Tomasín y El Guasón, este último con nexos con el exsecretario de seguridad estatal, Hernán Bermúdez Requena. Además, se desmantelaron centros de comunicación criminal que operaban con total impunidad durante la administración anterior.

La cifra que más destaca es la reducción del 41% en homicidios dolosos a nivel estatal, y 65% en el municipio de Centro, que incluye a Villahermosa. El nuevo enfoque también retomó una promesa incumplida por Adán Augusto: la instalación de un sistema de videovigilancia C-5, actualmente en desarrollo.

 

Del caos a la contención

El 22 de diciembre de 2023, la violencia estalló en el fraccionamiento Campestre, en Tabasco 2000. Una balacera en la casa del entonces secretario de Seguridad, Bermúdez Requena, reveló la fractura interna del grupo criminal La Barredora, del cual se dijo era líder el propio funcionario. La refriega derivó en bloqueos, autos incendiados, comercios atacados y el hallazgo de cuerpos desmembrados, lo que colocó a Tabasco en las primeras planas nacionales e internacionales.

A pesar de la gravedad, el entonces presidente López Obrador negó los hechos durante una visita a Villahermosa el 2 de enero de 2024. “Se ha reducido la incidencia delictiva”, dijo, acusando a los medios de “difusión manipulada” y “criterios publicitarios obsoletos”. Menos de 48 horas después, nuevas balaceras, saqueos y quema de vehículos contradecían su narrativa.

El 5 de enero, Bermúdez pidió licencia, pero la crisis persistió. El general Víctor Hugo Chávez Martínez, nombrado por recomendación de Audomaro Martínez (entonces director del CISEN), asumió el cargo sin lograr revertir la situación. Un año después, fue reemplazado por Lazcano.


 

La intervención federal: resultados y respaldo

La estrategia de Sheinbaum y Harfuch no solo implicó el relevo de mandos. Tabasco fue reforzado con 300 elementos del Ejército, así como con la creación de la Fuerza Interinstitucional de Reacción Táctica Olmeca, integrada por la Marina, la FGR, la Guardia Nacional y la SSyPC federal.

El presidente de la Junta de Coordinación Política en la Cámara de Diputados, Jorge Bracamonte Hernández, aseguró que este nuevo enfoque ha comenzado a dar resultados: “Ha habido golpes certeros contra la delincuencia. Lo importante ahora es conservar lo logrado mientras se fortalecen las instituciones locales”.

En esa línea, el especialista en seguridad Miguel Ángel Valdivia destaca que, si bien la solución de fondo tomará tiempo, “ya se rompió la inercia de brazos caídos”. Añade que los grupos criminales ahora enfrentan un nuevo panorama: “Saben que ya no cuentan con la complicidad de antes, y que el Estado está decidido a enfrentarlos”.

 

El saldo de la omisión

El trasfondo de esta crisis tiene nombre y apellido. Durante el sexenio de López Obrador, y particularmente bajo el cobijo político a Adán Augusto López, Tabasco se convirtió en un laboratorio del fracaso de la política de “abrazos, no balazos”. La protección institucional hacia mandos policiales como Bermúdez permitió que redes delictivas operaran sin consecuencias.

Incluso las promesas incumplidas, como el C-5, dejaron vacíos estratégicos aprovechados por el crimen organizado. Fue necesaria la llegada de un nuevo equipo, encabezado por Sheinbaum y Harfuch, para comenzar a cerrar ese capítulo.

Hoy, Tabasco intenta recuperar la calma. Aunque persisten desafíos estructurales, la ciudadanía comienza a percibir un cambio. La lucha por la seguridad en el Edén no ha terminado, pero al menos -por primera vez en años- parece estar en manos de quienes sí quieren ganarla.


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