Como si no bastaran los muros físicos y las amenazas de redadas, el Gobierno de Estados Unidos decidió invadir también las pantallas mexicanas con un spot publicitario antimigrante, pagado por el Departamento de Seguridad Nacional, protagonizado por Kristi Noem y con el sello inconfundible de la retórica trumpista. El comercial, emitido incluso durante partidos estelares de fútbol, advierte que “los delincuentes no son bienvenidos” en territorio estadounidense, asociando migración irregular con criminalidad y tráfico de drogas. Nada nuevo, pero ahora con horario estelar en la televisión mexicana.
La respuesta oficial no tardó en llegar. La presidenta Claudia Sheinbaum no solo condenó públicamente el mensaje, sino que también anunció que enviará al Congreso una reforma legal para impedir que gobiernos extranjeros compren espacio en medios mexicanos para difundir propaganda con tintes políticos o ideológicos. En pocas palabras, que ni Trump ni su equipo puedan seguir usando nuestras concesiones para transmitir sus miedos y estereotipos.
El epicentro del debate es un artículo eliminado en 2014, bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto, que prohibía expresamente la transmisión de propaganda extranjera por parte de concesionarios y permisionarios de radio y televisión. Sheinbaum no solo pretende restituirlo, sino que ya mandó investigar cómo y por qué fue eliminado. Porque sí, en México hay memoria… pero también lagunas legales.
La Secretaría de Gobernación (Segob), junto al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), envió cartas formales a cadenas como Televisa, TV Azteca e Imagen, exhortándolas a retirar los spots. ¿El argumento? Que el contenido es discriminatorio, atenta contra la dignidad humana y puede incitar a la violencia contra personas migrantes. Además, que vulnera la Constitución y la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, que prohíbe expresamente cualquier forma de discriminación en medios.
El asunto, aunque con tintes legales y diplomáticos, tiene mucho de trasfondo cultural y mediático. ¿Qué tan dispuestos están los medios mexicanos a dejar de recibir dólares estadounidenses por estos espacios? ¿Y por qué aceptaron en primer lugar difundir un mensaje tan abiertamente contrario a los principios constitucionales que dicen respetar? El fútbol sirvió de plataforma, pero la batalla de fondo es por la soberanía informativa y por no normalizar la xenofobia con envoltorio de anuncio oficial.
Mientras tanto, el spot sigue siendo un espejo incómodo: refleja la presión de Trump por frenar la migración, pero también expone la vulnerabilidad de los marcos legales mexicanos ante los intereses foráneos. En pleno año electoral en EE. UU., el discurso de “cerrar la frontera” se vende como pan caliente. Y al parecer, algunos medios mexicanos están dispuestos a poner el horno.