La noche inaugural del Palenque de la Feria Nacional de San Marcos 2025 prometía euforia, alcohol y tres horas de regional mexicano con Grupo Firme. Y aunque cumplió, no lo hizo sin polémica: el espectáculo se volvió un campo de batalla cultural cuando el público pidió a gritos “Se fue La Pantera”, un corrido que, desde abril, está en la lista negra de las autoridades de Aguascalientes. Eduin Caz, líder de la banda, se negó rotundamente a complacerlos. “Las reglas son las reglas”, dijo. Y con eso bastó para prender el cerillo.
La negativa del cantante no fue una rabieta ni un acto espontáneo: responde a una reciente reforma aprobada por el Congreso de Aguascalientes que penaliza la reproducción de narcocorridos en eventos públicos o privados, con sanciones que van desde 56 mil hasta 113 mil pesos, e incluso prisión. La nueva ley forma parte de un creciente movimiento estatal contra la “apología del delito” en espectáculos financiados con recursos públicos. Aguascalientes, Michoacán, Jalisco y CDMX están entre los gobiernos que han endurecido su postura.
Pero este tipo de censura no cayó bien entre todos. El público, que había llenado el recinto, exigió a coro “la del Pantera”. Eduin Caz intentó calmar los ánimos con diplomacia, pero no faltaron los gritos, los silbidos y una que otra grosería. “¿Valieron verg* las tres horas por la Pantera o qué?”, soltó, entre frustración y sarcasmo, antes de reconducir el espectáculo con temas menos polémicos. Y aunque la sangre no llegó al río, el eco del desacuerdo se mantuvo más allá del palenque.
La canción prohibida, Se fue La Pantera, narra la vida de Jesús Esteban Espinoza Velázquez, un operador del Cártel de Sinaloa muerto en 2014 durante un enfrentamiento con fuerzas de seguridad. Con frases como “fue lluvia de balas, se fue La Pantera muy a la mala”, el tema construye una narrativa de lealtad familiar y tragedia, envuelta en música de banda y versos con tintes épicos. No es raro que haya generado controversia: el corrido retrata la muerte de un criminal como una especie de sacrificio redentor, con mausoleo en Jardines del Humaya incluido.
Grupo Firme no fue el único en vivir esta tensión. Apenas una semana antes, Luis R. Conriquez sufrió el mismo dilema en la Feria del Caballo en Texcoco. Tras negarse a cantar temas vinculados al narco, recibió abucheos, gritos y hasta proyectiles. Su equipo tuvo que evacuar el escenario. Si algo ha dejado claro este nuevo mapa legal es que el público sigue esperando los mismos himnos, mientras los gobiernos estatales buscan borrar la glorificación del crimen con decretos y multas.
A pesar de todo, Grupo Firme mantiene su agenda de conciertos y su decisión de dejar atrás los “corridos ficticios”. Más que un acto de censura propia, parece un gesto de adaptación al clima político-musical actual. Eduin Caz ya lo había adelantado en redes sociales, como quien avisa que la fiesta ya no tendrá shots, pero sí micheladas. Incluso, ha mostrado interés por romper con la estética del regional mexicano, dejando atrás las botas y sombreros, y explorando nuevos formatos escénicos.
La polémica por los corridos sigue dividiendo opiniones: entre quienes los ven como expresión cultural y quienes los acusan de glorificar la violencia, hay una guerra de narrativas tan encarnizada como la propia letra de “La Pantera”. Mientras tanto, los artistas se enfrentan a un dilema: arriesgar sanciones por complacer al público o reconfigurar su identidad para sobrevivir sin corridos.
Quizá la escena más simbólica de esa noche no fue un acorde ni una ovación, sino el momento en que Eduin miró al público y dijo “discúlpenme”. En ese “perdón” había algo más que obediencia a la ley: había una tregua forzada entre la tradición musical y las nuevas reglas del espectáculo. Porque sí, la Pantera se fue… pero el debate apenas ruge.




