En medio de una coyuntura económica desafiante para México, marcada por proyecciones a la baja del FMI y la presión arancelaria de EE.UU., Grupo Modelo anunció una inversión de más de 3,600 millones de dólares para el periodo 2025-2027. El anuncio, realizado en la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, se enmarca dentro del “Plan México”, la estrategia gubernamental que busca consolidar al país como uno de los diez principales destinos de inversión a nivel global.
Más que un mero anuncio corporativo, la declaración de Raúl Escalante, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Grupo Modelo, fue una puesta en escena cuidadosamente alineada con el discurso oficialista: “Aquí empezó nuestra historia hace un siglo y aquí seguiremos construyendo con usted los próximos 100 años”, afirmó frente a la presidenta, apelando a una retórica de unidad y continuidad institucional.
La inversión se articula en cinco ejes estratégicos que van desde la modernización industrial hasta acciones de responsabilidad ambiental y social. El más ambicioso: la modernización de cervecerías y fábricas verticales con tecnología que permita una menor huella hídrica. Según la empresa, han logrado reducir un 30% del uso de agua en la producción cervecera durante la última década y cedido a CONAGUA 20 millones de metros cúbicos de agua concesionada.
En paralelo, se apuesta por el impulso a la economía circular mediante envases retornables y reciclaje de vidrio, así como la digitalización y mejora de las 300 mil tienditas que representan la red de distribución de sus productos. Se contempla además una mayor incorporación de proveeduría nacional, que ya representa el 70% de sus insumos, y el patrocinio de experiencias culturales y deportivas —incluidos eventos de talla mundial como el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos.
Más allá del entusiasmo oficial, la magnitud del anuncio contrasta con la incertidumbre macroeconómica que enfrenta México. El FMI prevé una contracción del -0.3% en 2025, mientras el gobierno federal se mantiene optimista con proyecciones de crecimiento de hasta 2.3%. Esta inversión aparece entonces como un salvavidas simbólico para una administración que busca legitimarse no solo con reformas estructurales, sino con la atracción de capital privado.
Cabe señalar que el gesto también tiene implicaciones geopolíticas. En un contexto donde las políticas proteccionistas del expresidente Donald Trump resurgen con fuerza —incluido un arancel del 25% a cervezas enlatadas importadas que afecta indirectamente a México—, el fortalecimiento de las cadenas de valor nacionales y del mercado interno no es casual. Al operar dentro del marco del T-MEC, las inversiones como la de Grupo Modelo son también un mensaje hacia Washington: México sigue siendo una pieza clave del rompecabezas económico regional.
Por otra parte, la narrativa empresarial de “estar con México en los buenos y malos momentos” resuena con ecos de una épica empresarial más cercana al marketing político que a la crítica estructural. Si bien se aplauden los esfuerzos de sustentabilidad y apoyo comunitario, no se pueden dejar de lado cuestionamientos sobre el verdadero impacto en las condiciones laborales, la redistribución territorial del agua o el uso del patrocinio cultural como pantalla de legitimación social.
En suma, la inversión de Grupo Modelo representa un hito industrial que opera en múltiples capas: motor económico, carta política y estrategia de posicionamiento regional. Sin embargo, su verdadero alcance dependerá de si estas cifras se traducen en bienestar sostenible o en una mera narrativa útil para la agenda pública de los próximos años.




