Museo Rosenbach: Zarathustra | El banquete de los pordioseros por: Rodolfo Popoca Perches - LJA Aguascalientes
17/05/2025

El banquete de los pordioseros

Museo Rosenbach: Zarathustra

Varias han sido las obras musicales inspiradas por la monumental obra del filólogo y filósofo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche: Also Sprach Zarathustra (Así hablaba Zaratustra). No estoy seguro de hasta qué punto podamos comprender a este personaje -el misántropo Zaratustra- más allá de sus connotaciones históricas o incluso mitológicas. Sin embargo, resulta tentador pensar en él como una especie de alter ego del propio Nietzsche. Sea como sea, estamos frente a una de las obras más revolucionarias no solo del siglo XIX, sino de toda la historia del pensamiento humano llevado al lenguaje escrito.

La primera referencia musical y la más conocida que se basa en esta obra es el poema sinfónico homónimo, Op. 30, compuesto por Richard Strauss en 1896, estrenado públicamente el 27 de noviembre de ese mismo año. Su imponente introducción se ha convertido en uno de los pasajes orquestales más reconocibles de todos los tiempos, popularizado especialmente por su uso en el cine, como en la emblemática cinta de Stanley Kubrick, 2001: Odisea del Espacio.

Además de la música de concierto, hay un disco que con el paso del tiempo se convirtió en un álbum de culto en el rock progresivo. Me refiero al disco homónimo del grupo italiano Museo Rosenbach, formado en 1971 en Bordighera, integrado por Stefano Galifi, en la voz principal; Enzo Merogno, guitarra y voz; Pit Corradi, teclados; Alberto Moreno, piano, bajo y melotrón, y Giancarlo Golzi, en la batería y percusiones. En realidad, es una agrupación que alcanzó la inmortalidad con un solo trabajo que fue publicado en abril de 1973. El disco se llama así, Zarathustra, y está basado en la obra literaria de Nietzsche. No tengo duda al afirmar que esta es la obra más importante de este profundo pensador del siglo XIX, y lo digo sin ánimos de quitarle méritos a otros de sus grandes trabajos, como su primera obra de importancia, El origen de la tragedia, el espíritu de la música, en la que plantea el arte desde la lente de los griegos, el arte apolíneo -las artes plásticas- y el arte dionisíaco -las artes escénicas-, y afirma categóricamente que la música es el arte apolíneo por excelencia. Hay otras grandes obras de Nietzsche como El Viajero y su sombra, El crepúsculo de los ídolos, (o El ocaso de los dioses), El Anticristo, La genealogía de la Moral, La Gaya Ciencia, Ecce homo, entre otras, pero Así hablaba Zaratustra es su obra cumbre, en donde propone la teoría del Súper Hombre, que surge alrededor de otras ideas, como la del eterno retorno.

Museo Rosenbach se propone llevar a la música esta obra literaria de Nietzsche creando uno de los más impresionantes discos conceptuales en la siempre inconclusa historia del rock. Zarathustra se publicó hace 52 años y con el tiempo se convirtió en un disco de culto. No temo al error al afirmar que Zarathustra, junto con Ys de Il Balletto de Bronzo, Felona e Sorona de Le Orme, Snow Goose de Camel o The Lamb Lies Down on Broadway de Genesis son verdaderas obras maestras en las que el rock alcanza las dimensiones de música descriptiva y, en algunos casos, verdaderos poemas sinfónicos: eso que en el rock, incluso en el jazz, llamamos obras conceptuales.

Zarathustra es una obra que se divide en varias partes, cada una de ellas con fundamento en algunas de las teorías o principios propuestos por Nietzsche en su libro, al que me niego a llamar ensayo -aunque posiblemente lo sea-, debido a que me parece que el término debilita involuntariamente el peso específico de esta monumental obra.

El disco abre con el tema homónimo, una especie de suite de poco más de 20 minutos de duración que se divide en varias partes, como si de una rapsodia sinfónica se tratara: “L’ultimo uomo”, “Il re di ieri”, “Al di la del bene o del male”, “Superuomo” y “Il tempo delle classidre”, aquí termina la suite inicial o la cara A en la versión en acetato, pero la obra musical continúa con “Degli Uomini”, después “Della natura” y termina con “Dell’eterno ritorno”, probablemente la teoría más sólida que Nietzsche propone en Así hablaba Zaratustra, sólo después de la idea del Súper Hombre.

El disco, en sus orígenes, fue un verdadero fracaso. En realidad, esto no sorprende, no sé cuántas obras musicales que hoy consideramos verdaderas obras maestras fueron rechazadas inicialmente. Recordemos obras monumentales como los conciertos para piano No.1 y de violín de Tchaikovsky; la Sinfonía No.1 de Rachmaninov; La consagración de la Primavera de Stravinsky, entre otras más que ahora se fugan de mi memoria. Esa misma injusta suerte corrió el álbum debut, y prácticamente el único disco de Museo Rosenbach, pero como suele suceder, hoy consideramos esta obra un verdadero monumento en el rock progresivo y un auténtico disco de culto que se publicó hace 52 años. Hoy lo recordamos en el Banquete de los Pordioseros, y sirve como pretexto para descorchar un generoso vino tinto, tomar la portada del disco entre las manos, nada de descargas de internet -eso es para aficionados, no para verdaderos melómanos- y escuchar íntegramente esta obra, un disco del que no podemos escuchar solo un par de pistas, pues no alcanzaríamos a degustar toda su inmensa belleza; este disco se escucha completo y en orden, solo así tiene sentido. Así que a disfrutar.



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