El primer trimestre de 2025 confirmó lo que muchas personas ya sienten desde hace tiempo: vivir en muchas ciudades mexicanas no se percibe como seguro. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Inegi, el 61.9% de la población mayor de 18 años considera inseguro vivir en su ciudad, un porcentaje que se ha mantenido estable desde el cierre de 2024 (61.7%). El dato cobra mayor fuerza si se atiende a la brecha de género: 67.5% de las mujeres manifestaron sentirse inseguras frente al 55.0% de los hombres.
Pero hay ciudades donde esta percepción alcanza niveles críticos. Villahermosa (Tabasco) encabeza la lista con un 90.6%, seguida muy de cerca por Culiacán (Sinaloa) con 89.7%, y Fresnillo (Zacatecas) con 89.5%. También figuran en esta cima del miedo Uruapan (Michoacán) con 88.7%, Irapuato (Guanajuato) con 88.4% y Chimalhuacán (Estado de México) con 86.1%.
El contexto ayuda a entender estas cifras. En Culiacán, la confrontación entre facciones del Cártel de Sinaloa —Los Chapitos y La Mayiza— mantiene a la ciudad bajo una tensión persistente desde septiembre de 2024. En Uruapan, la violencia ligada a la producción de aguacate —una de sus principales actividades económicas— ha derivado en extorsiones, secuestros y asesinatos de agricultores. En Irapuato, la presencia del CJNG y su confrontación con grupos rivales ha convertido a la que alguna vez fue la “capital mundial de las fresas” en un foco rojo de violencia. Y en Chimalhuacán, la violencia se hizo visible de nuevo con el hallazgo reciente de restos humanos acompañados por un mensaje firmado por el CJNG.
A esto se suman los espacios que más miedo provocan entre la población a nivel nacional: el 69.1% de las personas teme ser víctima en cajeros automáticos, 62.8% en el transporte público, 56.1% en carreteras, y 53.2% en bancos. La inseguridad no es sólo un concepto abstracto: se palpa a diario en trayectos cotidianos.
La violencia también se refleja en las conductas delictivas observadas por la población. El 58% reportó haber visto consumo de alcohol en vía pública, 49.6% robos o asaltos, 40.4% actos de vandalismo, 39.2% venta o consumo de drogas, y 39.1% escuchó disparos frecuentes con armas de fuego.
A pesar del panorama, hay ciudades donde la percepción de inseguridad es significativamente menor. Lidera la lista San Pedro Garza García (Nuevo León) con 10.4%, seguida de Benito Juárez (CDMX) con 20.4%, Piedras Negras (Coahuila) con 20.5%, Puerto Vallarta (Jalisco) con 23.0%, Saltillo (Coahuila) con 24.5%, y Los Cabos (Baja California Sur) con 24.7%.
En cuanto a la evaluación institucional, la Secretaría de Marina destaca como la mejor valorada por la ciudadanía con un 87.8% de aprobación, seguida por la Guardia Nacional (75.1%), la policía estatal (55.4%), y la policía municipal preventiva (48.1%).
Sobre el futuro, la opinión pública está dividida: un 31.6% cree que la inseguridad seguirá igual de mal, 22.9% considera que empeorará, y sólo el 27.5% cree que mejorará.
La ENSU también midió el nivel de conflictividad social. En la Ciudad de México, Azcapotzalco (64.8%), La Magdalena Contreras (63.7%) y Álvaro Obregón (58.6%) fueron las alcaldías con mayor número de personas que dijeron haber tenido conflictos personales en su entorno. En cambio, Irapuato (7.8%), Ciudad Obregón (10.3%) y Tapachula (10.4%) destacaron como las más pacíficas, al menos en este rubro.
Estos datos exponen una doble paradoja: mientras algunas ciudades conviven con niveles altos de inseguridad y violencia organizada, otras logran mantener cierto grado de percepción positiva. Pero el problema es estructural. La criminalidad, la impunidad, la falta de confianza institucional y la desigualdad alimentan un ciclo que la percepción pública apenas empieza a evidenciar.
Ya no basta con campañas de imagen o el despliegue mediático de fuerzas federales. Los números son contundentes, y las calles, aún más. Y aunque los informes como el del Inegi no capturan todos los matices, sí confirman lo que la población repite día con día: en muchas ciudades de México, vivir con miedo ya es parte de la rutina.




