¿Qué es el amor fati? | La Columna J por: Roberto Ahumada - LJA Aguascalientes
17/05/2025

La Columna J

¿Qué es el amor fati?

“Estamos condenados a nuestra libertad; el mito de Sísifo se hace cada vez más presente. Tal vez nunca se fue, tal vez lo que llegue sea un destello de lucidez”.

Constantemente nos quejamos de todo aquello que nos pasa fuera de lo que concebimos previamente, y esta es una de las mayores trampas que generamos los seres humanos. Es prácticamente imposible pensar que las cosas sucederán tal como las hemos planeado. Es decir, casi nada sale como lo planeamos, y la reacción que se tiene es la frustración, el enojo, la decepción, la angustia: justo los principales temas que aquejan a la sociedad.

Evidentemente, existen cuestiones que tienen mayor proporción que otras. Claro que la muerte de un ser querido nos va a conmover, como bien decía Hemingway: el mundo nos quiebra a todos en algún momento. Las enfermedades mortales, los accidentes y un sinfín de situaciones que tienen un impacto mayor también nos afectan. Dos cosas son seguras en esta vida: la muerte y la incertidumbre.

El presente texto no pretende desacreditar lo que cada quien siente, y mucho menos plantea una retórica a fin de proponer un placebo existencial ante las pseudo-tragedias que el propio ser humano ha colocado en su camino. La única intención es poder esclarecer y dilucidar el contexto en una generalidad.

Algo que sí es evidente es que los seres humanos sufrimos más en la mente que en la realidad, y que las condiciones materiales condicionan las hiperestructuras ideológicas. Esto hace que el modo de afrontar todo aquello que nos pasa sea más complejo (y uso complejo porque es una palabra distinta a difícil). Existen una serie de metanarrativas que aluden a la suerte, a la injusticia y a lo poco benévola que ha sido la vida. Sin embargo, ese tipo de discursos únicamente genera víctimas.

El río y la roca

Imagina un río que fluye poderoso montaña abajo. Su corriente es imparable: arrastra troncos, piedras, hojas, todo cuanto encuentra a su paso. Una roca grande se interpone en medio del cauce. Puede resistirse y fracturarse bajo el peso del agua, o puede aceptar su lugar, permitiendo que la corriente la rodee, la pula y la abrace.


Con el tiempo, la roca se transforma: su forma ya no es rígida ni quebradiza, sino suave, redondeada, esculpida por el río mismo. No luchó contra la corriente; la aceptó como parte de su destino y, en esa aceptación, encontró su perfección.

Así es el amor fati: no basta con soportar el destino. Hay que abrazarlo, permitir que nos esculpa, y convertirnos en algo más hermoso gracias a él.

Los estoicos exponen que debemos abrazar el destino, sin importar lo que nos pase. La vida de ellos fue el ejemplo más claro. En cierto sentido tiene mucha lógica, porque no podemos hacer nada ante lo que nos pasa, pero sí podemos decidir cómo interpretamos y asimilamos lo que nos sucede. Insisto y persisto en que suena muy fácil expresarlo mediante estas líneas, pero si no existe un cambio de actitud, entonces de manera individual estaremos condenados a la fatalidad de la vida, porque ese es justamente el modo vicioso de verla y contemplarla.

El escritor e intelectual Miguel de Unamuno refería con gran elocuencia: ante la nebulosa y espesa luz que ofrece la vida, es necesario tener la determinación para poder abrazar a la nada y aun así, sonreír. Autores como Zygmunt Bauman y Gilles Deleuze describen el futuro venidero de un modo crítico, difícil y adverso. La vida casi siempre ha sido así, y se pondrá peor.

Por ello, no importa lo que nos pase: abracemos al dolor e intentemos no sufrir; abracemos a la enfermedad e intentemos no claudicar; abracemos a la soledad, para tal vez algún día sentirnos completos, o incompletos, pero felices.

Al no saber lo que nos pasa ni su razón de ser, es necesario no buscar una lógica exhaustiva para la vida, pues simple y sencillamente no existe algo como tal. La vida es, y solo depende de nosotros verla del modo que decidamos contemplarla.

Lo único real es el presente, lo único verdadero es este momento. Toda nuestra vida es este día. Entonces, aprovechémoslo.

Sin tener muchas esperanzas, pero procurando la paz y la tranquilidad.
La vida puede resultar más afable y sublime.

Abrazo al día

Abrazo el alba,
aunque traiga lluvia o sol partido;
abrazo el viento,
aunque arranque hojas de mi abrigo.

Abrazo la senda,
aunque hiera mis pies heridos;
abrazo la vida,
porque es mía – porque es destino.

 

In silentio mei verba, la palabra es poder.


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