¿Qué es la ataraxia? | La Columna J por: Roberto Ahumada - LJA Aguascalientes
30/04/2025

La Columna J

¿Qué es la ataraxia?
En filosofía es muy común encontrarnos con términos poco convencionales. A veces, estos pueden parecer imprudentes al momento de escribir o redactar; sin embargo, considero que representan una oportunidad extraordinaria para descubrir nuevas palabras y, con ello, ampliar nuestro lenguaje y nuestra percepción del mundo. Noam Chomsky señala que la medida de nuestro vocabulario refleja la proporción de nuestra capacidad de asimilación.

Ataraxia es un concepto filosófico que proviene del griego antiguo. Fue utilizado por los hedonistas y también por los estoicos, y significa literalmente “ausencia de perturbación” o “imperturbabilidad del alma”. En su esencia, este precepto también guarda una profunda afinidad con el budismo. La trascendencia de la ataraxia, más que un fin en sí misma, debe comprenderse como una causa primera, ya que, cuando se asume como meta, el proceso para alcanzarla suele estar plagado de intermitencias y fragilidad, lo que inevitablemente altera la paz y la tranquilidad. Más adelante abordaremos el concepto de eudaimonía. Por ahora, es necesario comprender que el verdadero principio está en la formación del carácter, en el entrenamiento de la mente, para que, en medio de una vicisitud, sea posible acceder a la ataraxia.

En la filosofía estoica, como la de Séneca o Epicteto, la ataraxia aparece como consecuencia del autocontrol y la virtud. Para alcanzar el dominio de las circunstancias, es fundamental comprender que se trata de un proceso complejo y desafiante. Vivimos en un mundo que cambia constantemente, donde el tiempo se acelera, y en el que enfrentamos miles de variables fuera de nuestro control. Desde situaciones tan cotidianas como el tráfico, hasta el trato inhumano que a veces se recibe en el sistema de salud pública, todo representa una invitación a la perturbación.

El ser humano es más emocional que racional; piensa con el estómago. Son pocas las personas que tienen la capacidad de observar con profundidad lo que les rodea y, al mismo tiempo, practicar una introspección auténtica que les permita desmontar los tabúes herméticos con los que opera la mente. Es necesario remover los escollos que el ego y la soberbia han sembrado en la esencia del ser humano.

“Ser paz en el mundo es como ser el fondo del océano:
aunque en la superficie soplen huracanes y las olas golpeen con furia,
en lo más profundo todo permanece sereno.
La superficie puede agitarse, pero quien ha encontrado su centro
no se deja arrastrar por ninguna tempestad.
Allí, en la hondura del ser, no hay ruido, solo latido.
Y quien se sumerge en su propia quietud,
puede sostener la calma incluso cuando el mundo parece romperse en mil fragmentos”.

Parte de la dificultad está en que cada persona ha vivido toda su vida de una determinada manera, con patrones de pensamiento y comportamiento bien establecidos. Por eso, muchos esperan cambios inmediatos. Esta condición es una característica de la modernidad: todo debe ser veloz -la comida, el sexo, el amor, la tarea, el sueño- y esta prisa constante condena la posibilidad de acceder a la paz. Para alcanzarla, es necesario detenerse.

Optar por una vida estoica y contemplativa exige tiempo, disciplina, entrega y paciencia. Pero algo es imperante e indiscutible: lo importante no es la meta, sino el camino. El sabio estoico alcanza la imperturbabilidad al no dejarse arrastrar por las pasiones, comprendiendo que no se debe sufrir por lo que no depende de uno.

Hoy en día, la palabra ataraxia se emplea para describir un estado mental de profunda calma, equilibrio emocional y ausencia de ansiedad, aunque su uso es casi nulo. Se asocia con prácticas como la meditación, el mindfulness o ideales de paz interior. Una recomendación simple, pero poderosa, para acercarse a la ataraxia es soltar el dispositivo móvil. La sobrecarga de información y la saturación de contenido fragmentan el pensamiento y fracturan el proceso cognitivo. El exceso de marketing y el tiempo que se destina a las pantallas es inédito. El presente es el único regalo verdadero que tenemos -por eso se llama presente-. Quien tiene su cuerpo en un lugar y su mente en otro, no puede estar realmente aquí.


La calma es más valiosa que el deseo de tener más. La paz es más trascendente que el impulso de competir y ser el primero. La ataraxia es el afable camino de lo sublime.

“Una vida feliz no consiste en la agitación del placer, sino en la tranquilidad del alma”: Séneca.

In silentio mei verba.
La palabra es poder.


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