Bosque urbano La Pona: territorio por la justicia ambiental y para la escultura social
Irrumpe la sociedad en el territorio, en el bosque urbano La Pona de la ciudad de Aguascalientes. Cuestiona las políticas y los discursos gubernamentales,ya sean estatales o municipales, que, bajo el ancho paraguas de la sostenibilidad, ofertan un bálsamo para la protección del medio ambiente en esta entidad federativa.
En el escenario público, en medio del disenso, los funcionarios intentan empatizar acrobáticamente en sus propios términos, con un amplio sector de la sociedad que clama y exige el derecho inalienable a un medio ambiente sano y a favor del bien común.
A la par, cabalgan en ese escenario empujados por la sociedad civil, los añosos afanes que persigue la democracia participativa, la solidaridad, la armonía, la equidad y la igualdad, cuya lucha aspiran a cristalizar en la conservación y la restauración del último reducto verde de nuestra urbe, cuya biodiversidad endógena agoniza ante la irrefrenable especulación inmobiliaria, el capital y la deriva disfuncional institucionalizada de los entes de gobierno.
La Pona es patrimonio de los aguascalentenses, es una construcción simbólica que está ligada inseparablemente a los habitantes de la ciudad, a su historia y, por lo mismo, a nuestra cultura. Lo que ocurra ahí, se torna en preocupación de todos por los problemas socioambientales que una errática decisión podría conllevar, que no solo serían del orden cosmético, sino más profundos como son la alteración de los ciclos biogeoquímicos y, por consiguiente, de los servicios ecosistémicos que nos brinda esa porción de naturaleza y de entrañable tierra.
No se trata de una moda pasajera. Esta movilización ciudadana inmersa en el marco de la triple crisis planetaria (pérdida de la biodiversidad, cambio climático y contaminación), representa una lucha civil por el derecho universal a un medio ambiente saludable; sus combatientes son mujeres, hombres, niñas, niños y gente de la tercera edad, que han tomado conciencia de nuestra interdependencia con la naturaleza, del impacto y la huella humana palpable ahora en el medio físico que sustenta la vida, promovida por un sistema económico-social depredador de los bienes naturales, por el hiperconsumo y por un recalcitrante individualismo; factores, entre otros, que son la causa clara del deterioro ambiental y de las desigualdades sociales a nivel planetario.
Entorno que deviene en la concepción de una forma expandida del arte formulada por el artista alemán Joseph Beuys, la escultura social, propuesta que plantea poner en juego las capacidades humanas orientadas a la construcción de un mundo cuyo futuro sea compatible con la vida, compartido en igualdad y justicia para la humanidad, al tiempo que potencia la solidaridad y las capacidades creativas de los individuos, un arte con dimensión política, opositor y combatiente, que no se resigna ante las imposiciones políticas burocráticas; aspectos éstos que se vienen visibilizando en las jornadas de resistencia civil en la extensión territorial que ocupa el bosque urbano La Pona.
Esta lucha es real, por la respuesta organizada de la comunidad que crece esperanzada y en la unidad, con otra mirada renovada por la vida, la sociedad y la naturaleza.
Una comunidad que se sabe insumisa y rebelde, cuya bandera es la resistencia civil pacífica, que se educa a sí misma, que se enfrenta y se atreve a cuestionar las estructuras de poder ante las injusticias y las amenazas directas e indirectas institucionalizadas.
Esta lucha, es, en síntesis, una movilización para proteger y preservar del lucro incluso, nuestras formas de vida, la biodiversidad, nuestra historia, el territorio, nuestros bienes comunes, la cultura e incluso, nuestros derechos humanos.
En consecuencia, se espera que, de la lógica del mercado inmobiliario, que va de la mano de los intereses políticos y económicos, sea posible conquistar un territorio libre de la especulación, orientado a la salud, a la convivencia comunitaria, al goce y el disfrute de los habitantes de Aguascalientes, a la naturaleza, a la memoria, ahora en el presente, en este distópico lugar, y para las futuras generaciones, en la casa de la gente buena, mas no en la casa de la gente insumisa.




