En el Foro Económico de Qatar, Donald Trump Jr., primogénito del expresidente estadounidense y actual mandatario en funciones, dejó entrever su disposición a seguir los pasos de su padre en la arena presidencial. Lo hizo sin grandes anuncios ni declaraciones tajantes, pero con suficientes guiños como para alimentar las especulaciones. “No lo sé, tal vez algún día”, respondió entre risas cuando le preguntaron si contemplaba postularse a la presidencia de Estados Unidos. Y agregó: “Esa vocación está ahí”.
La escena, con bromas incluidas sobre el reducido número de aplausos en la sala (“probablemente solo estén aplaudiendo un par de personas que conocemos”), sirvió más para calibrar reacciones que para lanzar una campaña. Aun así, fue suficiente para volver a colocar su nombre en la discusión pública sobre el futuro del movimiento político MAGA (Make America Great Again).
Un apellido con peso propio (y cálculo político)
Aunque Trump Jr. ha evitado declaraciones firmes sobre una candidatura, su figura ha crecido en relevancia dentro del ecosistema político republicano. Ha sido una presencia constante en actos de campaña, defensor férreo del ideario trumpista y operador clave en decisiones estratégicas —como la designación de JD Vance como vicepresidente. Fuera del gobierno, funge como vicepresidente ejecutivo de la Organización Trump y recientemente se unió a 1789 Capital, una firma de inversión enfocada en empresas afines al conservadurismo.
Su discurso en Doha estuvo salpicado de elogios al entorno empresarial del Golfo Pérsico, al que contrastó con lo que considera un clima regulatorio “opresivo” en Europa Occidental. Este tipo de posicionamientos refuerzan su narrativa sobre libertad económica, uno de los pilares del proyecto político familiar.
Del backstage a los reflectores
El ascenso de Trump Jr. como figura política se intensificó desde el regreso de su padre a la presidencia. En un contexto donde Ivanka Trump y Jared Kushner —influyentes en el primer mandato— optaron por un perfil más bajo, él se ha convertido en la cara visible del clan en la nueva etapa del gobierno. Sin ocupar cargos oficiales, su papel como consejero informal y vocero ha crecido. A diferencia de 2016, cuando apenas figuraba, en los años recientes ha dado discursos en la Convención Nacional Republicana y multiplicado sus apariciones mediáticas.
La fórmula Trump: familiar, leal, expansiva
No es casual que los hijos del expresidente estén tan presentes en las decisiones clave del movimiento. Desde sus inicios políticos, Trump ha privilegiado la lealtad familiar como capital político. Su segundo mandato, y la eventual proyección hacia 2028, parece mantener esa lógica. Si bien la Constitución estadounidense limita a dos periodos presidenciales, los rumores sobre un intento de reinterpretación —o, más viable aún, de sucesión dinástica— siguen rondando Washington.
En ese marco, el “tal vez algún día” de Trump Jr. no es una simple evasiva. Es un posicionamiento medido, que le permite mantenerse en el radar sin comprometerse. Aceptar públicamente la intención de postularse implicaría activar dinámicas internas en el Partido Republicano que podrían dividir al bloque conservador o generar resistencias.
¿Trump Jr. 2028? Escenario en construcción
Más allá del oportuno momento para la especulación, lo que queda claro es que Donald Trump Jr. ha dejado de ser solo “el hijo del presidente” para convertirse en un actor político por derecho propio. Aunque aún no haya dado el paso a una candidatura formal, su presencia constante en espacios estratégicos —desde campañas hasta foros internacionales— lo perfila como parte del juego sucesorio.
En Estados Unidos, donde las líneas entre poder político, empresarial y mediático se entrelazan cada vez más, la posibilidad de una dinastía presidencial ya no suena descabellada. Lo que ayer parecía una broma en voz alta, hoy funciona como globo de ensayo.