- Promover una vejez saludable implica mucho más que evitar enfermedades: se trata de mantener la autonomía, la energía y la calidad de vida en todas sus dimensiones. Así lo plantea el nutriólogo Diego Hernández, especialista en nutrición geriátrica, quien comparte desde su experiencia las claves para cuidar la alimentación en esta etapa de la vida.
“Los adultos mayores son un grupo muy importante, muy rico en conocimiento, en tradiciones y recuerdos. Lamentablemente, no siempre están siendo atendidos de manera adecuada”, reflexionó.
Desde hace años, Diego se ha enfocado en este grupo de población, tras trabajar de cerca con personas mayores en el DIF. Hoy atiende en consulta privada y es un firme promotor del envejecimiento activo y saludable.
El especialista explicó que existen tres alertas fundamentales a las que se debe prestar atención:
- Cambios en la alimentación: cuando el adulto mayor empieza a comer menos, prefiere solo lo fácil o deja de tomar agua.
- Reducción en la movilidad: si pasa más tiempo sentado o acostado y deja de caminar con regularidad.
- Presencia de enfermedades crónicas: al llegar a los 60 años con una o más enfermedades metabólicas o no transmisibles.
Estas alertas no solo marcan un deterioro físico, sino también una señal de que es momento de tomar medidas preventivas.
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Aunque la adultez mayor inicia oficialmente a los 60 años, el deterioro puede comenzar antes si no se adoptan buenos hábitos desde la mediana edad: “Desde los 50 años es fundamental empezar a cuidarse, especialmente en las mujeres que atraviesan la menopausia y todos los cambios metabólicos que conlleva. Si no se hace nada en esos años, se entra a la vejez con desventajas”.
Diego reconoció la riqueza de la comida mexicana, pero destacó la importancia de no caer en excesos: “No digo que esté mal que coman panecito, pero tampoco está bien que eso sea lo único. El adulto mayor tiende a irse a lo fácil: pan, leche, tortillas… y deja de lado lo más importante: las proteínas”.
Uno de los puntos más importantes en esta etapa es el consumo suficiente de proteína, pues ayuda a prevenir la sarcopenia (pérdida de masa muscular), que inicia desde los 40 años: “Cada 10 años se puede perder entre 1 y 2 kilos de músculo. Si no se hace ejercicio ni se come bien. Sin músculo, el metabolismo se vuelve más lento, caminamos más lento, hay caídas, fracturas, y el cuerpo pierde capacidad de recuperación”.
Además, resaltó la importancia de consumir vitamina B12, presente en pollo, pescado, huevo y carne, cuya deficiencia es común en adultos mayores y afecta el metabolismo y la energía.
Además de los hábitos alimenticios, agregó el nutriólogo, existen varios factores físicos que pueden dificultar una nutrición adecuada en la adultez mayor. Uno de los más comunes es el deterioro en la salud bucal. A medida que pasan los años, muchas personas descuidan su higiene dental o no reciben la atención necesaria para mantener su dentadura en buen estado, lo que complica la masticación de alimentos sólidos y las lleva a preferir comidas blandas y menos nutritivas.
Otro elemento importante es la disminución de la movilidad, que reduce el tránsito intestinal y puede provocar estreñimiento. La inactividad también disminuye el gasto calórico diario, lo que afecta el metabolismo y, en consecuencia, el apetito.
A esto se suma la pérdida progresiva de la sensación de sed, un cambio fisiológico poco conocido pero muy común en esta etapa. Con menor capacidad de percibir la necesidad de beber líquidos, muchas personas mayores dejan de hidratarse adecuadamente, lo que incrementa el riesgo de deshidratación, especialmente durante la temporada de calor. “Muchas personas mayores ya no sienten sed, y eso los lleva a deshidratarse con facilidad, sobre todo en temporadas de calor”, advirtió Diego Hernández.
Además del cuerpo, la mente también juega un papel crucial. La depresión, ansiedad y el aislamiento afectan directamente el apetito y el interés por moverse o convivir: “Una persona que deja de moverse, de relacionarse, de convivir, empieza a debilitarse también cognitivamente. Su reserva cognitiva disminuye, hay menos motivación, más lentitud, menos ganas de compartir”.
Por eso, el especialista recomendó fomentar la cercanía familiar y evitar que el adulto mayor sea alejado de su entorno afectivo: “Aunque lo lleves a un lugar con personas de su edad, si no está cerca de su familia, el impacto emocional es muy fuerte. Y eso puede agravar su estado de salud”.
Finalmente, Hernández explicó que las personas que llegan a esta etapa sin hábitos saludables tienen menor capacidad para recuperarse de enfermedades o situaciones de estrés físico: “La reserva fisiológica se forma en la niñez y la juventud, y se mantiene con ejercicio y buena alimentación. Si esa reserva es baja, el cuerpo ya no puede recuperarse igual. Por eso vemos que una gripa o una fractura pueden ser letales en adultos mayores”.
Diego Hernández atiende en Nicolás Bravo 138, frente al Templo de Guadalupe, en Aguascalientes. Las consultas son con previa cita al 449 111 7400.
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