- El autismo y el TDAH muestran un incremento en edades tempranas y pueden no ser detectados a tiempo si no hay especialistas en los planteles
- La psicoterapia Gestalt plantea que factores emocionales desde el embarazo pueden influir en el desarrollo del niño
Se hace un llamado a padres de familia a observar, aceptar y actuar ante señales de alerta en el comportamiento de sus hijos
En los últimos años se ha registrado un incremento significativo en los casos de autismo y trastorno por déficit de atención (TDAH) en infancias y adolescentes, lo que pone en evidencia la importancia de contar con especialistas dentro de las escuelas y fomentar la observación activa por parte de madres, padres de familia y tutores.
Magdalena Medina López, asesora psicopedagógica y psicoterapeuta Gestalt, explica que el incremento de estos casos se manifiesta desde edades tempranas. Las infancias con autismo, por ejemplo, suelen mostrar evasiones del contacto físico o visual, así como dificultades para comunicarse o concentrarse. En casos de TDAH, se observan altos niveles de inatención, impulsividad y problemas de conducta en el aula.
Desde su experiencia a nivel secundaria, Medina identifica un patrón recurrente: cada vez más adolescentes enfrentan dificultades para integrarse, además de presentar conductas disruptivas o bajo rendimiento escolar. Estos factores muchas veces se relacionan con una necesidad no diagnosticada.
Desde la perspectiva de la psicoterapia Gestalt, continúa Magdalena Medina, las causas de este incremento se originarse incluso desde el embarazo: “El vínculo emocional de la madre con su entorno, el estrés, la falta de aceptación del embarazo, influyen en la percepción que el feto tiene del mundo. Esto puede afectar su desarrollo emocional desde antes de nacer”, explica.
En ese sentido, la presencia de especialistas en los planteles escolares es crucial como para acompañar en el proceso educativo, pues de esa manera las y los asesores psicopedagógicos y terapeutas pueden identificar a tiempo estas dificultades, orientar a los equipos docentes y colaborar con madres, padres de familia y tutores: “Las y los maestros tienen muchas cualidades, pero no siempre cuentan con las herramientas clínicas para detectar un trastorno del neurodesarrollo. Para eso necesitamos personal especializado”, apuntó Medina.
Además, Magdalena Medina exhorta a madres, padres de familia y tutores a que se conviertan en observadores activos del comportamiento de sus hijas e hijos. El aislamiento, la irritabilidad, el bajo rendimiento escolar, o la dependencia excesiva de dispositivos electrónicos pueden ser señales de alerta: “La primera barrera es la negación. Mientras no aceptemos que hay una necesidad, no podremos atenderla. Recibir observaciones de la escuela no debe interpretarse como ataque, sino como una oportunidad de acompañamiento a nuestros hijos”, afirma.
Finalmente, Medina invita a que las personas pierdan el miedo a acudir con especialistas de la salud mental: “Ir al psicólogo o al terapeuta no significa estar mal, sino querer estar mejor. La salud emocional es tan importante como la física y es momento de dejar los tabúes”.




