- Floria López, médica jubilada, se suma a la defensa de La Pona y destaca su valor ecológico y simbólico para la ciudad
- Llama a la conciencia social y denuncia el individualismo generado por un sistema político desigual
- Recuerda a su esposo, Enrique Miramontes, como un luchador social que inspiró su compromiso con las causas comunitarias
Durante una jornada más de defensa del predio natural conocido como La Pona, en Aguascalientes, la voz de la señora Floria López Torruco, médica jubilada del IMSS, se sumó al clamor ciudadano que exige preservar este espacio como un bien común. Desde su llegada, acompañada de su hija y su nieta Wendy Romina, compartió una reflexión profunda sobre el significado de este lugar para la ciudad y las futuras generaciones.
“Es un pulmón para Aguascalientes”, expresó convencida. “Aquí se genera oxígeno y también agua, que tanto necesitamos. Es un elemento natural vital para la vida; por eso hay que defenderlo como sea”. A pesar de no vivir en la zona -reside en la colonia Jardines del Sur-, su presencia en la movilización es un acto de compromiso y conciencia colectiva.
López Torruco reconoció con sorpresa la amplia participación intergeneracional en la defensa de La Pona: “No me lo esperaba. Pero me da gusto ver que está despertando la conciencia. Ya no somos tan individualistas”, apuntó, haciendo énfasis en lo que ella denomina una “revolución de las conciencias” que surge desde abajo, desde la gente.
Desde su experiencia como ciudadana y médica, identificó causas estructurales que han propiciado la apatía social: “El sistema nos ha llevado a ser individualistas. Hay manipulación desde arriba, mucha pobreza, y eso provoca que la gente venda su dignidad. Hay ignorancia política y social”, lamentó.
Sobre la reciente intervención de la gobernadora Tere Jiménez, quien frenó temporalmente los trabajos de urbanización en el predio, López admitió que no lo esperaba: “Una ya tiene ciertos conceptos del perfil de los gobernantes. Pero parece que ha habido un poco de conciencia. Y sí, la sociedad civil tuvo mucho que ver. Vieron la presión social y comprendieron que esto no se iba a quedar así”, aseguró.
La médica jubilada extendió un llamado a la ciudadanía que aún no se ha acercado al movimiento: “Que se informen, que se concienticen. ¿Qué mundo les vamos a dejar a las nuevas generaciones? El hombre es el mayor depredador del planeta. Necesitamos volvernos más humanistas”.
Con nostalgia, recordó a su esposo, Enrique Miramontes Pérez, zacatecano, luchador social y abogado de formación: “Él siempre fue un hombre muy humanista. Le ofrecieron cargos, pero nunca los aceptó porque no quería alinearse. Decía: ‘Yo sirvo más a mi comunidad desde aquí’”.
Floria concluyó con una frase que sintetiza su convicción: “La política no es para buscar puestos, sino para el bienestar del pueblo”. Así, su testimonio se suma a la memoria viva de una ciudad que busca reconciliarse con la naturaleza y con sus causas más justas.




