Cosas veredes
La Pona Vive, la lucha sigue
El pasado 11 de mayo la organización de la sociedad civil “Salvemos la Pona” AC levantó el campamento de vigilancia y resistencia instalado el viernes 25 de abril, cuando se intentó iniciar con maquinaria pesada el desmonte de la mezquitera para realizar obras de urbanización. La decisión de concluir el campamento fue acertada, pues había cumplido sus objetivos tanto de resistencia activa, como de visibilizar ante la población del estado el ecocidio que se pretendía cometer contra la última área de vegetación nativa de nuestra ciudad. Se logró el apoyo amplio y generoso de la sociedad civil y se creó un gran consenso en la opinión pública como pocas veces se ha visto en nuestro estado. Además, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) oficializó el 9 de mayo los sellos de clausura de las pretendidas obras de urbanización por carecer de Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) y, por otra parte, las autoridades del estado, el municipio, y las principales fuerzas políticas se han manifestado a favor de la recuperación de la totalidad del predio que abarca la mezquitera de La Pona y su preservación como “bosque urbano”.
Es de reconocer y admirar la serenidad de la dirigencia de “Salvemos la Pona”, pues quienes hemos participado en acciones de movimiento social entendemos que en la conducción es necesario percibir los cambios en la situación y adaptarse para responder a los nuevos retos y objetivos.
Si bien las autoridades locales, la gobernadora del estado y el presidente municipal de Aguascalientes, así como los representantes del gobierno federal, han expresado su compromiso a favor de La Pona, el gran riesgo ahora es que las acciones para hacer realidad el bosque urbano de manera legal, formal y material se prolonguen con toda clase de argucias, pretextos y motivaciones durante un largo periodo.
Lo mejor para todos, autoridades, instituciones, ciudadanos y organizaciones, sería que el bosque urbano quedara formalizado de hecho y de derecho en el más breve plazo. Ese asunto ya pasó por 5 administraciones estatales y 10 municipales, y casi todas esas administraciones actuaron como aliados del negocio inmobiliario que se pretendía. Y ha sido hasta 2025 cuando, gracias a la sociedad civil, se valora un proyecto de interés público para ese predio. Prolongar, maniobrar y retrasar la creación del bosque urbano para proteger o favorecer intereses particulares a estas alturas sería imprudente además de muy riesgoso.
Mientras las autoridades locales anuncian “peritajes” para llegar a un avalúo de las 33 hectáreas del predio, y con ello negociar una permuta con los propietarios, las voces de la sociedad civil y diversos liderazgos políticos se manifiestan a favor de una expropiación por interés público.
En un ejercicio de cálculo, el gobierno del estado no debiera descartar la vía de la expropiación, pues hasta les permitiría evitar quedar entrampados en una negociación chantajista y abusiva que exija una compensación multimillonaria por un terreno que ya nunca podrá servir como negocio inmobiliario. Para bien de nuestra vida pública y social, gran parte de las decisiones de gobierno y sobre todo las polémicas, son llevadas por alguna de las partes interesadas a procesos de judicialización. En el caso de La Pona, tanto si el gobierno optara por la vía de compra-venta, la permuta de inmuebles o la expropiación, es de esperarse que alguna de las partes, y eventualmente organizaciones y ciudadanos con justificado interés legítimo, acudirían a los tribunales a impugnar si existiera cualquier sospecha o duda de irregularidad, abuso o intereses ocultos en la acción realizada.
Llama la atención que ni el gobierno del estado ni el municipal han incluido el bosque urbano de La Pona en su programa de obras, ni para 2025 ni para 2026. Hablan de supuestas mega-obras que serán muy discutibles por su costo y pertinencia, pues tan solo con una pequeña parte de los recursos que calculan para el “mega foro de las estrellas” se podría entregar a la población un digno y grandioso bosque urbano.
Mientras las autoridades procesan su decisión acerca de La Pona, las y los integrantes de “Salvemos La Pona” han pasado a la nueva fase del movimiento: mantienen la vigilancia sobre la mezquitera, realizan labores de conservación y mantenimiento, y sobre todo llevan a cabo una gran labor de divulgación en todos los sitios públicos, escuelas, plazas comerciales, parques, redes sociales, y construyen una red de solidaridad local y nacional. “Salvemos La Pona AC” está ampliando la base de su movimiento y su reivindicación social, seguramente previendo la posibilidad de volver nuevamente a la acción y movilización en caso de que la respuesta siga siendo la abulia, la postergación y la indiferencia que se ha evidenciado cuando las autoridades ni siquiera han formalizado el diálogo con los promotores y defensores de la mezquitera. Olvidan que en las políticas públicas el diálogo es indispensable y el tiempo, un recurso finito.
Postdata: No es cosa menor que los incendios se hayan vuelto frecuentes en la mezquitera de La Pona en el último mes. Parece que las autoridades municipales olvidan que el cuidado de las áreas naturales y en general del medio ambiente, es parte de sus responsabilidades. Sería muy grave que se esté normalizando la negligencia y el descuido. Los vigilantes voluntarios y brigadistas de “Salvemos La Pona AC”, hacen lo que pueden y es mucho, pero la obligación de salvaguardar el bosque es de la autoridad y la están incumpliendo. Urge algo de sensibilidad para entender las prioridades, riesgos y urgencias.