En un contexto global donde aún se registran 1.3 millones de nuevas infecciones por VIH cada año, la irrupción de lenacapavir como profilaxis preexposición (PrEP) ha sido recibida por la comunidad científica como un momento bisagra en la lucha contra el virus. Avalado por resultados que superan el 99% de eficacia en la prevención de infecciones, este antiviral inyectable fue designado por la revista Science como el “avance científico del año” en 2024. Sin embargo, su promesa científica avanza más rápido que la equidad de su acceso global.
Una nueva vía para una vieja batalla
A diferencia de los antirretrovirales tradicionales que atacan enzimas del virus, lenacapavir actúa sobre la cápside, una especie de “coraza” cónica del VIH que protege su ARN y enzimas necesarias para la replicación. Al desestabilizar esta estructura, el fármaco bloquea dos etapas esenciales del ciclo viral: el ingreso del material genético a la célula huésped y la formación de nuevos viriones. Este mecanismo lo convierte en el primer inhibidor de cápside aprobado de su clase, y en el más prometedor de los fármacos de acción prolongada existentes.
Ensayos clínicos que rompen paradigmas
El entusiasmo en torno a lenacapavir se consolidó con los ensayos PURPOSE 1 y 2. En el primero, más de 5,000 mujeres cisgénero y adolescentes africanas no presentaron una sola infección tras recibir dos inyecciones anuales. En el segundo, con una muestra diversa de hombres cisgénero, mujeres trans, personas no binarias y hombres trans, sólo se detectaron dos infecciones en más de 2,000 personas. El resultado: una reducción de riesgo del 96% y un rendimiento superior frente a Truvada, el estándar actual en PrEP.
Los primeros indicios también apuntan a una posible versión de administración anual. En un ensayo fase I con 40 participantes sanos, una única inyección mantuvo niveles sanguíneos elevados del fármaco durante más de un año. Si se confirma su eficacia, esta modalidad podría resolver el histórico problema de la adherencia al tratamiento, especialmente en poblaciones jóvenes, estigmatizadas o con acceso limitado a servicios de salud.
Prevención más eficaz que condones o pastillas diarias
Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, no dudó en calificar al lenacapavir como más eficaz que condones o regímenes diarios de PrEP. Además, destaca su relevancia social: para mujeres jóvenes y personas LGBTIQ+ criminalizadas, dos inyecciones al año ofrecen discreción y dignidad, frente al estigma que implica el uso diario de comprimidos. Esta formulación de baja frecuencia no sólo evita olvidos, sino que representa una estrategia silenciosa y potente frente a un virus que sigue castigando con mayor intensidad a los grupos más vulnerables.
Un fármaco de lujo en un planeta desigual
La cara amarga de esta revolución es su precio. Comercializado en EE.UU. bajo la marca Sunlenca, el tratamiento alcanza los 42,250 dólares anuales por paciente. Aunque Gilead Sciences ha anunciado acuerdos con seis fabricantes de genéricos para distribuir versiones más baratas en 120 países de bajos ingresos, se ha excluido a naciones con ingresos medios y altas tasas de VIH como México, Brasil o Argentina. Un estudio liderado por Andrew Hill, de la Universidad de Liverpool, estima que el fármaco podría producirse a gran escala por apenas 40 dólares anuales con un margen de ganancia del 30%. En palabras de la Dra. Astrid Berner-Rodoreda, el precio actual es “una barrera ética y estructural” que pone en riesgo su verdadero potencial transformador.
Aprobaciones en proceso, pero sin distribución garantizada
El uso profiláctico de lenacapavir aún no ha sido aprobado en ningún país. Gilead presentó solicitudes ante la FDA y la EMA con fecha tentativa de resolución para mediados de 2025. Las solicitudes se basan en los resultados sobresalientes de los ensayos PURPOSE y buscan la aprobación para su administración dos veces al año. Paralelamente, la empresa impulsa una estrategia de acceso acelerado para países en desarrollo, aunque los detalles de los precios finales y el volumen de producción siguen sin transparencia.
Un medicamento promesa, una política deuda
La carrera para erradicar el VIH como amenaza sanitaria global en 2030 depende de factores que exceden el laboratorio. El acceso al lenacapavir en países empobrecidos está amenazado por la reducción de la ayuda internacional —en parte por prioridades geopolíticas, como la migración o el cambio climático— y por la carga de deuda externa que asfixia los presupuestos sanitarios nacionales. Como recordó Byanyima, países como Uganda destinan apenas 12 dólares al año por persona a la salud, frente a los 40 mil que costaría el tratamiento actual.
Futuros posibles y pendientes urgentes
Mientras ONUSIDA subraya que la desigualdad de género y el estigma siguen siendo motores principales de nuevas infecciones —especialmente en África, donde tres de cada cuatro nuevos contagios afectan a niñas y mujeres jóvenes—, la ciencia parece haber dado con una herramienta de cambio. La ecuación, sin embargo, está incompleta: sin justicia en la distribución, un avance biotecnológico puede convertirse en otro privilegio del norte global.
Lenacapavir representa el tipo de avance que, de ser accesible y masivo, podría permitir una inflexión real en la curva del VIH. Pero su efectividad no se juega solo en laboratorios ni congresos médicos, sino en la voluntad política, la ética empresarial y la capacidad del sistema internacional para garantizar que una solución de este calibre no quede atrapada tras las fronteras del lucro.