- Ante la amenaza inmobiliaria, La Pona se ha vuelto a posicionar en el ojo de la discusión política y social de Aguascalientes, sin embargo, este espacio ha padecido durante décadas de un embate silencioso, lento y despiadado. Hoy La Pona es un ecosistema duramente golpeado por la implacable sequía y los reiterados incendios que pintan de negro y amarillo desde el suelo hasta la copa de los árboles que lograron mantenerse en pie. Abundan los paisajes con excavaciones clandestinas, montañas de escombro y campamentos abandonados de personas en situación de calle; laberintos de senderos que se pierden entre los árboles y arbustos espinosos, y que, aun así, presentan vestigios de residuos sólidos.
No obstante, La Pona vive, respira y reclama lo que siempre ha sido suyo, de entre el tizne del pasto quemado brota nuevamente vegetación de un verde brillante, las arboledas responden al tiempo de volverse a mostrar y contrastar a esos colores negros y amarillos, un coro de trinares resuena a lo largo y ancho del campo, la fauna sigue encontrando en estas tierras su refugio, La Pona resiste.