Abasto de medicinas en México: Sheinbaum promete solución en julio pese a crisis persistente desde el sexenio de AMLO - LJA Aguascalientes
14/07/2025

Una década después del primer “ya casi” en el tema del abasto de medicamentos, la promesa de que “ahora sí” se resolverá en julio suena más a mantra de autoayuda que a política de salud pública. La presidenta Claudia Sheinbaum ha reiterado que, tras varios tropiezos, para el próximo mes el suministro de medicamentos estará normalizado. Pero el historial de postergaciones, irregularidades y negaciones que acompañan esta crisis crónica hace difícil —por no decir imposible— dar por cierta esta fecha de redención.

La narrativa oficial —reciclada ya en al menos diez ocasiones según El Financiero— es que los problemas surgieron por una fallida primera licitación de medicamentos en la que “algunos se quisieron pasar de vivos”, como ha declarado Sheinbaum. Esta compra consolidada, diseñada para abastecer el periodo 2025-2026, fue anulada por la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno en abril, luego de detectarse irregularidades dentro de Birmex, la empresa estatal encargada del proceso. El saldo: 13 investigaciones administrativas, 16 empresas involucradas y seis funcionarios destituidos.

Desde Campeche, en el marco de su gira por el sureste, Sheinbaum aseguró que la compra está prácticamente concluida y que la distribución está en marcha. “En julio estaremos esperando que ya se normalice todo el abasto”, repitió, como si cambiar el mes bastara para borrar la deuda histórica. En un intento por reforzar el mensaje, también comprometió a Zoé Robledo, titular del IMSS, a tener funcionando al 100% el hospital de Gineco-Pediatría en Ciudad del Carmen para octubre.

Pero más allá de los discursos, las cifras del pasado reciente no mienten. De acuerdo con datos recopilados por Animal Político, durante el sexenio de AMLO quedaron sin surtir 15 millones de recetas —cinco veces más que en el último año del gobierno de Peña Nieto. La raíz del problema se ubica en 2018, cuando el entonces presidente decidió cancelar el modelo tradicional de compras de medicamentos para encomendarlo a la ONU. El resultado fue un sistema paralizado, opaco y profundamente ineficaz, que ni la “mega farmacia de Huehuetoca” ni las farmacias del Bienestar han logrado remediar.

Desde octubre de 2024, Sheinbaum ha reiterado en diversos foros que el fin del desabasto está cerca: que si en diciembre, que si a mitad de 2025, que si en agosto inician nuevas farmacias… Cada mes tiene su promesa, y cada promesa, su marcha atrás. Para marzo de este año ya se había anunciado una solución; en mayo se reiteró el compromiso. Ahora, julio se alza como la nueva esperanza, aunque esta fecha tampoco es inédita.

Mientras tanto, la realidad de miles de pacientes en el país contradice el optimismo oficial. El programa IMSS-Bienestar, estandarte de la centralización del sistema de salud en 23 estados, ha acumulado más de 18 mil quejas entre 2021 y 2024, según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Las denuncias incluyen desde negligencias médicas hasta omisiones en la entrega de medicamentos y expedientes clínicos mal integrados.

Frente a las críticas, la respuesta presidencial no ha sido el reconocimiento ni la transparencia, sino la descalificación. “Que hagan yoga para que se tranquilicen”, soltó Sheinbaum al referirse a quienes señalan el desabasto. En lugar de datos, ofrece sarcasmo; en lugar de soluciones, nuevos plazos.

Por si fuera poco, el discurso del bienestar se entremezcla con otros frentes abiertos. En Ciudad del Carmen, además del tema hospitalario, la mandataria abordó la deuda de Pemex con proveedores locales. Prometió que en julio —sí, otra vez julio— se normalizarán los pagos. Empresarios como Rubén Rosignol denuncian que la petrolera adeuda cerca de 7 mil millones de pesos desde 2024 y que la falta de liquidez ha provocado el despido de más de 13 mil personas. Otra crisis con fecha de resolución pospuesta.


El talón de Aquiles de los gobiernos de la Cuarta Transformación sigue siendo, pues, el mismo: no el desabasto en sí, sino la incapacidad —o desinterés— por resolverlo estructuralmente. La salud pública permanece atrapada en un laberinto de discursos motivacionales, donde cada problema es culpa del pasado y cada solución está siempre a un mes de distancia.

Vía Tercera Vía


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