En las montañas de Tapachula, Chiapas, una avioneta con matrícula guatemalteca se estrelló la mañana del viernes 6 de junio mientras realizaba una misión sanitaria clave: liberar moscas estériles para combatir el rebrote del gusano barrenador del ganado, una plaga erradicada en México en 1991 y que resurgió a finales de 2024. El accidente cobró la vida de tres personas —un ingeniero mexicano y dos pilotos guatemaltecos— cuya labor buscaba preservar la salud animal y restablecer las exportaciones ganaderas hacia Estados Unidos, suspendidas desde mayo.
El contexto sanitario y económico de la misión
El vuelo tenía como objetivo mitigar una emergencia zoosanitaria que amenaza directamente la economía ganadera del sur del país. La larva del gusano barrenador ataca heridas abiertas en animales, provocando infecciones graves y comprometiendo la posibilidad de comercializar ganado en el extranjero. La estrategia para combatirla —la liberación de insectos estériles— es una técnica reconocida internacionalmente por su eficacia y bajo impacto ambiental, y en este caso era operada bajo coordinación binacional.
Según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), el operativo formaba parte de un esfuerzo urgente para controlar la propagación en la frontera con Guatemala, una zona particularmente afectada por la plaga. La avioneta L-410 UVP-E, identificada también como TG-TJG por la Dirección de Aeronáutica Civil de Guatemala, perdió comunicación con los sistemas de navegación mexicanos (SENEAM) a las 9:39 h, poco después de haber sido localizada a 1,710 metros de altitud y una velocidad de 219 km/h.
Condiciones complejas y primeras indagatorias
El accidente ocurrió en una zona montañosa entre Pavencul y Motozintla, al norte de Tapachula, con fuertes lluvias recientes y vegetación densa. Las autoridades no han emitido aún una versión oficial sobre las causas del siniestro ni sobre el estado mecánico de la aeronave. Lo que sí ha sido confirmado por la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) y la Dirección General de Aeronáutica Civil de Guatemala es que se activaron los protocolos bilaterales de investigación.
En el sitio trabajaron elementos de Protección Civil estatal y municipal, así como la Fuerza de Reacción Inmediata Pakal y la Fiscalía de Distrito. Las labores se enfocaron en controlar el incendio provocado por el impacto y en la recuperación de los restos de las víctimas: Carlos Eduardo Monroy y Byron Eduardo Morán, pilotos de nacionalidad guatemalteca, y Lucio Alberto Roblero, ingeniero agrónomo mexicano.
Reacciones oficiales y silencio local
Julio Berdegué, titular de la SADER, fue el primero en confirmar el fallecimiento y rendir homenaje a los tripulantes. En una publicación en la red social X, los describió como “comprometidos con su trabajo para combatir la plaga del gusano barrenador del ganado”. En otro mensaje, los calificó como hombres que “cumplieron con valentía su deber” y expresó su agradecimiento por su entrega “en defensa de la ganadería nacional”.
También la presidenta Claudia Sheinbaum lamentó públicamente los hechos al ser cuestionada por la prensa en Ixtapaluca. Desde el plano estatal, sin embargo, la respuesta ha sido llamativamente escasa. Hasta el cierre de esta edición, el gobernador de Chiapas, Eduardo Ramírez Aguilar, no ha emitido pronunciamiento alguno sobre la tragedia, pese a que se trata de un tema con impactos sanitarios, ambientales y humanos significativos para la entidad.
Un accidente con implicaciones regionales
La caída de la avioneta no solo revela los riesgos del trabajo técnico en condiciones adversas, sino también la fragilidad de los sistemas binacionales de salud animal ante fenómenos sanitarios que no reconocen fronteras. La reaparición del gusano barrenador, después de más de tres décadas de haber sido erradicado, amenaza no solo al campo mexicano, sino también a los tratados comerciales y la producción ganadera regional.
Aunque el operativo binacional sigue en marcha, esta tragedia plantea interrogantes sobre la seguridad operativa, la infraestructura empleada y el seguimiento político de una situación que ya había puesto en pausa las exportaciones ganaderas. Las autoridades aeronáuticas mexicanas y guatemaltecas continúan investigando, pero el país enfrenta una doble urgencia: evitar que esta emergencia sanitaria escale y honrar con hechos —más allá de condolencias— el trabajo de quienes murieron combatiéndola desde el aire.




