Con una puntuación imponente de 24.70, una rutina impecable que cerró con un doble backflip, y una mentalidad que desafía las narrativas tradicionales del deporte de élite, Ella Bucio volvió a hacer historia en Montpellier, Francia, al coronarse campeona en la prueba de estilo libre de la Copa del Mundo de Parkour. No es la primera vez que lo logra, pero sí la más contundente: su ejecución técnica, la potencia en cada movimiento y su estrategia inteligente la colocan ya como la atleta más destacada del año en los seriales mundiales.
Pero Bucio no encaja en la idea clásica del “atleta que solo quiere ganar”. De hecho, su discurso es deliberadamente opuesto: “Mi futuro no es ser la mejor del mundo. Yo compito por dinero, por construir el futuro que sacrifiqué”, dijo en entrevista con Forbes. Lejos de romantizar el podio, Bucio deja claro que su relación con el deporte es profesional, consciente y radicalmente honesta. La medalla no es una meta existencial, sino una herramienta económica. Y aun así, o tal vez por eso mismo, lo gana todo.
Del retiro infantil al podio internacional
Originaria de la Ciudad de México, Bucio inició su camino en la gimnasia artística a los cuatro años, pero a los 13 abandonó el alto rendimiento por decisión propia: no quería seguir en una disciplina donde el éxito estuviera ligado a la obsesión por ser la número uno. En sus palabras: “Todo lo que estoy sacrificando tendría sentido si yo fuera a ser la mejor del mundo… y es cuestionable”. El precio emocional era demasiado alto: presión, miedo a la derrota y pérdida de experiencias infantiles.
Tras una pausa, el destino la llevó a las escenas de riesgo como doble de acción, donde conoció a practicantes de parkour. Primero lo vio como una habilidad más, pero una competencia mixta —en la que fue la única mujer en llegar a la final entre 25 atletas— reavivó su espíritu competitivo. Desde entonces, Bucio ha acumulado dos campeonatos mundiales (Tokio 2022 y Kitakyushu 2024) en estilos distintos, una hazaña inédita en la disciplina.
Montpellier 2025: oro con doble salto
El 1 de junio de 2025, Bucio se coronó nuevamente, esta vez en la Copa del Mundo de Parkour celebrada en Montpellier, con una rutina calificada con 24.70 puntos. La neerlandesa Noa Man y la checa Adela Merkova completaron el podio con 22.90 y 20.70, respectivamente, según coinciden medios como Milenio y ESPN. Este logro llega poco después de su medalla de plata obtenida el 18 de mayo en Ámsterdam, lo que confirma su dominio en el circuito competitivo.
Según reporta Marca, su rutina en Francia fue una demostración de fluidez, potencia y control, destacando por el uso magistral del circuito, su capacidad acrobática y la conexión emocional con el público. “Desde el arranque brilló”, señalan las crónicas.
El parkour como medio, no como fin
En un mundo deportivo que aún exige narrativas de sacrificio, gloria y superación, Bucio representa una voz distinta. No se vende como heroína, ni como mártir. Lo suyo es eficiencia, talento y planificación financiera. Forbes retoma su declaración más frontal: “No me veo ni dando clases ni teniendo un gimnasio. Mi carrera deportiva tiene que financiar mi futuro”. Sus decisiones responden a lógica económica, sin perder el gusto por la competencia ni la responsabilidad de abrir camino para otras mujeres.
Y es que su papel no es menor: es la máxima exponente del parkour en México, en un deporte aún joven que mezcla arte, rebeldía y disciplina física. A diferencia de otros deportes institucionalizados, el parkour conserva una carga de contracultura que Bucio no ha traicionado, incluso cuando sube al podio.
Rumbo a Chengdu 2025
La temporada no ha terminado. Tras conquistar Europa, Bucio y la selección nacional de parkour se preparan para los Juegos Mundiales de Chengdu, China, del 7 al 17 de agosto de 2025. Será otra oportunidad para confirmar su lugar no solo como atleta, sino como símbolo de una generación que no teme salirse del guión.
Ella Bucio no quiere ser la mejor del mundo, y sin embargo lo es. Porque en una cultura del rendimiento donde todos buscan títulos, ella busca sentido. Y eso, paradójicamente, la pone muy por delante.




