Una cumbre del G7 que prometía encuentros clave para la diplomacia internacional terminó con mal sabor para algunos mandatarios. Donald Trump, presidente de Estados Unidos, decidió retirarse anticipadamente de la reunión en Kananaskis, Canadá, alegando que las tensiones en Medio Oriente requerían su presencia urgente en Washington D.C. Entre las víctimas colaterales del cambio de planes: la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, quienes tenían encuentros programados con el republicano.
Según la vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, Trump tuvo una jornada “excelente” en el G7: firmó un acuerdo comercial con el primer ministro británico, Keir Starmer, y compartió mesa con otros jefes de Estado. Pero al parecer, ni la diplomacia regional ni las conversaciones bilaterales eran suficientes para mantenerlo una noche más. La preocupación por Irán, tras la ofensiva israelí de los últimos días, fue el argumento central para justificar su regreso exprés.
Minutos antes del anuncio oficial, Trump ya había calentado las redes con un mensaje en X advirtiendo que “Irán no puede tener un arma nuclear” y urgía la evacuación inmediata de Teherán. Declaraciones con tono de ultimátum que coincidieron con la llegada de Sheinbaum a Canadá, donde esperaba dialogar con el presidente estadounidense el martes 17 de junio.
El contexto internacional está tenso, pero la cancelación deja dudas sobre las prioridades del expresidente y sus formas. Para algunos, se trató de una decisión inevitable; para otros, un desaire diplomático. En cualquier caso, la geopolítica sigue sin tiempo para la cortesía.




