Entró en vigor el 17 de junio y prometía ser un respiro para miles de trabajadores en México: la llamada Ley Silla, una reforma a la Ley Federal del Trabajo que obliga a los patrones a proporcionar asientos con respaldo para permitir descansos periódicos durante la jornada laboral. Sin embargo, a una semana de su implementación, lo que debía ser un avance en dignificación laboral se tambalea entre excusas, desconocimiento y simulación empresarial.
A pesar de que la reforma fue aprobada desde diciembre de 2024, con un plazo de 180 días para su aplicación, en sectores como comercio, restaurantería y farmacias —donde la jornada de pie es la norma— el cambio simplemente no ha llegado. Testimonios recabados por SinEmbargo, Forbes y Animal Político muestran que, en muchos centros de trabajo, el derecho a sentarse aún es ignorado, minimizado o condicionado.
Trabajadores como Juan Carlos Saldaña, cajero de una zapatería, relatan que deben ocultarse para descansar: “Está mal visto que estemos sentados”. Otros, como Carla Brito, mesera, ni siquiera han escuchado de la ley. En tiendas como Pandora o sucursales de Palacio de Hierro, solo hay una silla para varios empleados y hasta se prohíbe usar el celular durante los 10 minutos de descanso.
El diagnóstico no es nuevo. Estudios de la UNAM y expertos como el Dr. David Sánchez Monroy alertan que estar de pie durante horas sin pausas genera consecuencias graves para la salud: várices, fascitis, dolores crónicos o inflamación. El IMSS registra más de 30 mil casos al año por padecimientos relacionados con la bipedestación prolongada.
Pese a ello, la resistencia del empresariado ha sido constante. La diputada Patricia Mercado, promotora de la ley, recordó que incluso hubo quienes se ofrecieron a estar ocho horas de pie para comprobar sus efectos… y acabaron con fiebre. Organismos como la Concanaco-Servytur o el CCE han expresado públicamente su rechazo, sumando esta medida a una lista de reformas laborales que les incomodan, como la reducción de la jornada a 40 horas y la aplicación de la NOM-035.
Legalmente, la Ley Silla ya está vigente, pero hay vacíos normativos que permiten aplazar su cumplimiento pleno hasta diciembre, cuando venza el plazo para que las empresas ajusten sus reglamentos internos. Mientras tanto, los trabajadores pueden —en teoría— denunciar la omisión ante la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (PROFEDET), aunque muchas veces ni siquiera saben cómo hacerlo o temen represalias.
El debate va más allá de banquitos o respaldos: se trata de una disputa entre dos formas de entender el trabajo. Una que considera el descanso como lujo, y otra que lo defiende como un derecho elemental. Si queremos transitar hacia condiciones laborales verdaderamente humanas, el primer paso no es quedarse de pie: es sentarse… y hacerse escuchar.