La Columna J
El compás de la memoria: una presentación con alma
En el marco del 52 aniversario de la Benemérita Universidad Autónoma de Aguascalientes, la presentación del libro Compás para la Cultura del maestro Óscar Malo Flores fue mucho más que un acto protocolario: fue un canto a la memoria, un abrazo a la historia viva de nuestra comunidad cultural y una celebración del arte que educa, transforma y permanece.
Conducir este evento fue para mí un honor indecible. Fui testigo de un momento profundamente emotivo, en el que las palabras pronunciadas no fueron solo discursos, sino verdaderos acordes de gratitud y reconocimiento. La figura del maestro Malo se elevó con naturalidad como lo que es: una institución, un referente ético, un sembrador incansable de armonía en el alma colectiva de Aguascalientes.
Dice Platón que “la música es para el alma lo que la gimnasia es para el cuerpo”, y ese principio ha sido encarnado por Óscar Malo a lo largo de más de seis décadas. Su vida es un testimonio de cómo la música no solo educa, sino que humaniza; no solo adorna, sino que estructura los valores de una sociedad que necesita desesperadamente recordar que también existe belleza, ritmo y compás en el deber de educar.
El libro Compás para la Cultura no es una autobiografía en el sentido convencional: es una partitura escrita con la tinta del tiempo, donde cada página vibra con historias, silencios, partituras y vivencias que reflejan la vocación inquebrantable de un hombre que no se ha limitado a enseñar música, sino que ha enseñado a vivir con ella. Tuve el privilegio de colaborar en la edición de esta obra junto con el filósofo Óscar Roberto Valadez, lo cual significó una oportunidad de aprendizaje invaluable, una lección sobre cómo se forja un legado con paciencia, notas y afecto.
Durante la ceremonia, cada voz que se alzó para hablar del maestro Malo lo hizo con admiración genuina. Escuchamos semblanzas que no fueron meros datos biográficos, sino destellos de vivencias compartidas con un hombre que ha sabido conjugar la disciplina del maestro con la ternura del artista. A sus 81 años, Óscar Malo sigue siendo, como escribió Pablo Neruda, “un ser lleno de futuro”, porque su legado no es un eco del pasado, sino una promesa que se proyecta en las generaciones de estudiantes, músicos y ciudadanos que ha tocado.
El momento cúspide, sin duda, fue escuchar el Himno Universitario dirigido por el propio autor. En ese instante se borraron las fronteras del tiempo: el joven maestro que lo compuso hace casi cinco décadas seguía ahí, con la misma fuerza interior, con la mirada firme, con la templanza de quien sabe que ha cumplido su misión.
Finalizó el evento con un brindis, pero en realidad fue un acto de comunión. Nos abrazó la certeza de haber sido parte de algo más grande que nosotros: la vida de un hombre ejemplar, cuya música ha educado, cuya voz ha marcado generaciones, y cuya existencia es, en sí misma, una melodía que se quedará sonando para siempre en el pentagrama de la historia cultural de Aguascalientes.
En tiempos donde la inmediatez amenaza con borrar la profundidad, actos como esta presentación nos devuelven la fe en la cultura como un acto de resistencia. La figura del maestro Óscar Malo nos recuerda que el verdadero legado no se mide en aplausos momentáneos, sino en las semillas que se siembran en el alma de las personas. Quienes hemos tenido la fortuna de cruzar palabras, acordes o silencios con él, sabemos que su enseñanza no termina en el aula ni en el escenario: se prolonga en la vida misma, en la forma de mirar con dignidad y de andar con compás propio.
Y si el arte es, como decía Platón, “una imitación de lo eterno”, entonces Compás para la Cultura es una prolongación del espíritu del maestro Malo: un libro que no solo narra, sino que inspira; no solo informa, sino que transforma. Que esta obra llegue a manos de jóvenes y adultos, que se escuche en las aulas, en los auditorios, en las bibliotecas y en los corazones, será el mayor homenaje que podamos rendirle. Porque la música pasa, pero el alma que la encarna -como la del maestro Malo- permanece.
In silentio mei verba, la palabra es poder.