La primera elección judicial en México, que pretendía marcar un hito en la democratización del Poder Judicial, terminó evidenciando un profundo desinterés ciudadano. Con una participación que osciló entre el 12.57% y el 13.32%, el proceso se convirtió en un espejo del abstencionismo: más del 87% de la ciudadanía decidió no acudir a las urnas, según los cálculos preliminares del Instituto Nacional Electoral (INE), presentados la noche del 1 de junio por su consejera presidenta, Guadalupe Taddei.
Ni la amplia difusión institucional, ni la movilización de Morena, ni la presencia en urnas de figuras como la presidenta Claudia Sheinbaum, el expresidente López Obrador o la jefa de Gobierno capitalina Clara Brugada lograron revertir la apatía. A pesar de las operaciones de acarreo, distribución de “acordeones” con listas de candidatos y despliegues territoriales, las casillas permanecieron casi vacías, sin filas ni aglomeraciones, contrastando con la intensidad que suelen tener las elecciones ejecutivas o legislativas.
La maquinaria electoral sí funcionó, pero sin pasajeros
Desde el punto de vista técnico, la jornada fue impecable: se instalaron 83,974 de las 83,980 casillas previstas (99.98%), y las boletas contaron con medidas de seguridad avanzadas —desde marcas de agua hasta microimpresiones—. Sin embargo, lo que se quedó corto fue el voto. La cifra final, cercana a los 13 millones de sufragios, está muy por debajo de los 35.9 millones que respaldaron a Sheinbaum en 2024 o los 16.5 millones que participaron en la Revocación de Mandato de 2022.
El contraste es contundente: si “el pueblo” ya había avalado con su voto la reforma judicial, como ha afirmado Sheinbaum, ¿por qué ese mismo pueblo no refrendó su compromiso en las urnas ahora que debía elegir a los perfiles que integrarían al nuevo Poder Judicial?
Incidentes, pero sin caos
Pese a lo desangelado de la jornada, el INE registró mil 770 incidentes, de los cuales 500 fueron por interferencias injustificadas en casillas. No obstante, más del 80% se resolvió de manera oportuna. Solamente 16 casillas no pudieron instalarse —la mayoría en Chiapas, Michoacán y Sinaloa— debido a hechos como el robo de boletas o amenazas. En términos generales, el INE calificó el proceso como pacífico, ejemplar y transparente.
Lo que viene: cómputos, constancias e impugnaciones
Los cómputos distritales comenzaron el mismo 1 de junio y continuarán hasta el 10. El 15 de junio se espera el anuncio oficial de los resultados y la entrega de constancias de mayoría. A partir de ahí, el calendario judicial prevé el 28 de agosto como fecha límite para resolver impugnaciones, y el 1 de septiembre para la toma de protesta de quienes resulten electos.
En total, estaban en juego 881 cargos federales y mil 800 locales, incluyendo 9 ministros de la Suprema Corte, 2 magistraturas del Tribunal Electoral y 464 magistraturas de circuito. Pero el tamaño de la boleta no compensó la ausencia de legitimidad ciudadana. La elección se ejecutó, sí, pero con el eco de un teatro vacío: un mecanismo sin músculo social, que deja más dudas que certezas sobre el respaldo popular a la reforma judicial.




