Un cantante que triunfó en la televisión hace casi dos décadas ocupa hoy una curul en el Senado de la República. Erasmo Catarino, ganador de La Academia en 2005 y originario de Xalpatláhuac, Guerrero, rindió protesta el 26 de junio como senador suplente del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en sustitución de Luis Armando Melgar Bravo, quien solicitó una licencia de apenas cuatro días, del 25 al 29 de junio.
Aunque su paso por el Senado será fugaz, Catarino no sólo apareció para la foto. Emitió su primer voto a favor de la reforma en materia ferroviaria y participará en la discusión y votación de otras reformas clave: el traspaso del Coneval al Inegi, la Ley Orgánica de la Contraloría, y cambios relacionados con la Guardia Nacional, Telecomunicaciones y Personas Desaparecidas.
Este breve relevo legislativo ocurre en medio de un periodo extraordinario que finaliza el 2 de julio, caracterizado por el apresurado desahogo de iniciativas impulsadas por el oficialismo. Catarino, vestido con traje azul claro y camisa negra sin corbata, fue escoltado por legisladores a su ingreso al pleno, donde varios aprovecharon para tomarse fotografías con él, evidenciando el espectáculo en que, a veces, se convierte la política nacional.
El caso de Catarino, registrado como suplente desde 2024, refleja una constante en el sistema político mexicano: la utilización de figuras mediáticas como herramienta simbólica o distractora. A sus 48 años, el ahora senador eventual se suma a una larga lista de celebridades que transitan del entretenimiento a la función pública sin experiencia previa, pero con alta rentabilidad mediática.
En paralelo, también rindieron protesta Edna Geraldina García (PRI) y Raymundo Bolaños (PAN), en una jornada donde la política se mezcló con la farándula y la urgencia legislativa. En México, el Senado no sólo debate reformas: también abre espacio, aunque sea por unos días, a quienes conquistaron votos… pero en reality shows.




