La Columna J Etapas del estoicismo
“Hoy es siempre todavía”: Antonio Machado.
Con el gusto de saludarle como cada semana -y ya por varios años-, quiero agradecerle en demasía su tiempo y su atención al dar lectura a esta columna. Mi agradecimiento es infinito. Soy gustoso de escribir sobre filosofía, pero aún más si se trata de filosofía estoica, la cual es, sin duda alguna, un antídoto ante las vicisitudes de la modernidad. No solo representa un modo excelso de afrontar las complicaciones existenciales, sino que, del mismo modo, es una oportunidad para resignificar -justo como lo mencionaba Camus en El mito de Sísifo-.
El estoicismo ha atravesado diversas etapas desde su fundación por Zenón. Existe una loable oportunidad para referir brevemente cómo se desenvolvió en distintas fases históricas y, del mismo modo, cómo ha comenzado a resurgir en nuestros días.
Estoicismo Antiguo (siglo IV a.C. – siglo II a.C.)
Surge en el periodo helenístico, tras la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.), cuando el mundo griego entra en una etapa de fragmentación política e intensa reflexión filosófica sobre la ética y el sentido de la vida. Atenas sigue siendo un centro intelectual importante. Ante dicho preámbulo, era factible que las condiciones materiales esculpieran y propiciaran pensamiento crítico y espacio para la filosofía.
Como ya se ha mencionado con anterioridad, su fundador fue Zenón de Citio (c. 334-262 a.C.), quien, después de haber vivido una experiencia de desapego instruido por Crates de Tebas -discípulo a su vez de la tradición socrática-, comenzó a enseñar en el Pórtico Pintado (Stoa Poikilé) de Atenas, de donde la escuela tomó su nombre. Zenón propuso una ética basada en vivir conforme a la naturaleza y la razón.
A él le siguieron Cleantes (c. 330-230 a.C.), sucesor de Zenón, conocido por su Himno a Zeus, donde destaca la noción de orden cósmico; y Crisipo de Solos (c. 280-207 a.C.), considerado el verdadero sistematizador del estoicismo. Crisipo desarrolló una lógica proposicional avanzada y refinó la teoría ética estoica. Todos ellos compartieron un enfoque centrado en la ética como corazón del pensamiento estoico, aunque también realizaron importantes aportes en lógica, epistemología y física. La virtud es el único bien, y el sabio es aquel que vive conforme a la naturaleza y a la razón. En paralelo, el autor Ryan Holiday cita la atención y disciplina corporal que estos pensadores imponían a su cuerpo como parte de su filosofía de vida.
Estoicismo Medio (siglo II a.C. – siglo I a.C.)
Este periodo se sitúa en un contexto donde la cultura griega comienza a trasladarse a Roma. El estoicismo empieza a dialogar con otras corrientes, como el platonismo y el aristotelismo. Se vuelve más ecléctico, adaptándose a nuevos públicos y necesidades. Ciertamente hay una adaptación cultural entre una sociedad letrada y filosófica, y la romana, más enfocada en establecer mecanismos de poder, expuesta además a los delirios de grandeza de algunos de sus emperadores.
Entre sus principales representantes se encuentran Panecio de Rodas (c. 185-110 a.C.), quien introdujo el estoicismo en Roma. Su pensamiento fue más moderado y práctico; suavizó aspectos del fatalismo estoico y de la indiferencia frente a los bienes externos. Fue altamente influyente entre la élite romana. Por su parte, Posidonio de Apamea (c. 135-51 a.C.), discípulo de Panecio, buscó integrar ciencia, historia y ética estoica. Introdujo una concepción más emocional y religiosa del cosmos, centrando el estudio como un puente fundamental y de vital importancia para la gestación de la virtud.
Esta etapa preparó el terreno para la romanización del estoicismo, acercándolo a figuras como Cicerón, quien, aunque no fue estoico, difundió muchas ideas de esta escuela. Aquí, el estoicismo se vuelve más político, pedagógico y cosmopolita.
“Converso con el hombre que siempre va conmigo. Quien habla solo, espera hablar con Dios un día”: Antonio Machado.
Estoicismo Nuevo o Romano (siglo I d.C. – siglo II d.C.)
Durante el Alto Imperio Romano, el estoicismo se convierte en una guía moral para ciudadanos y gobernantes. Se enfoca en la ética práctica y en cómo vivir virtuosamente bajo un sistema político autoritario o corrupto. No obstante, también se vuelve una amenaza para quienes estaban enquistados en las élites del poder.
En este periodo aparecen tres de los estoicos más populares:
Séneca (c. 4 a.C.-65 d.C.): Político y filósofo, asesor del emperador Nerón. Sus obras (Cartas a Lucilio, De la brevedad de la vida) transmiten un estoicismo adaptado a las preocupaciones existenciales y sociales del ciudadano romano.
Epicteto (c. 55-135 d.C.): Exesclavo y maestro de ética. Su pensamiento fue recogido por su discípulo Arriano en las Disertaciones y el Enchiridion (Manual). Defiende la libertad interior y la autodisciplina como forma suprema de vida.
Marco Aurelio (121.180 d.C.): Emperador romano. Su obra Meditaciones es una pieza clave del pensamiento estoico tardío, introspectiva y espiritual, escrita como diario personal durante sus campañas militares.
Es evidente que, tras ellos, se produjo un ocaso paralelo a la caída del Imperio Romano. Muchos emperadores persiguieron y condenaron las obras de los estoicos, pues para las ínfulas del poder, las mentes críticas y la virtud siempre serán enemigos latentes.
Con el devenir del tiempo, escritores contemporáneos como Massimo Pigliucci, Ryan Holiday, John Sellars, Jordan Peterson y Donald Robertson han revivido la literatura estoica. Han puesto en valor su vigencia al centrarse en los aspectos cardinales del autocontrol, la autodisciplina y la racionalidad serena.
“Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción”: Antonio Machado.
In silentio mei verba, la palabra es poder.




