Con una resolución unánime, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha cerrado definitivamente un caso que, más allá del personaje, se convirtió en símbolo: la denuncia civil de Sasha Sokol contra Luis de Llano por daño moral derivado de abuso sexual cuando ella tenía 14 años. La Corte no sólo negó el amparo solicitado por el productor, también dejó un precedente jurídico trascendental: el abuso sexual infantil no prescribe en la vía civil.
El fallo de la Primera Sala, basado en el proyecto del ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, marca un parteaguas para la justicia mexicana. Se reconoce que imponer plazos para que las víctimas denuncien afecta su derecho a la verdad y a la reparación. En palabras del proyecto: “cualquier medida prescriptiva lesionaría el derecho de acceso a la justicia”.
La Corte coincidió con la sentencia previa del Tribunal Superior de Justicia de la CDMX (septiembre 2023), que ya había ordenado a De Llano pagar una indemnización, ofrecer una disculpa pública, tomar un curso especializado en prevención del abuso sexual y abstenerse de mencionar públicamente a Sokol.
La relevancia del caso trasciende lo personal. Sasha Sokol había denunciado en 2022 que fue abusada por el productor cuando tenía 14 años y él 39. Durante décadas, la relación fue narrada por él en clave romántica, pese al evidente desequilibrio de poder. Al hacer público su testimonio, Sokol no sólo cuestionó la versión mediática, sino también los vacíos del sistema judicial: “Si el dolor no prescribe, ¿por qué prescribe la ley?”, escribió entonces. Su demanda civil fue la única vía disponible, pues la penal ya estaba prescrita.
El fallo de la SCJN también se posiciona contra narrativas normalizadoras, como la presentada por De Llano, quien incluso afirmó que los padres de Sokol conocían y aceptaban la relación. El ministro Pardo señaló que muchas veces las víctimas no pueden identificar el abuso, debido al “grooming”, un proceso de manipulación emocional que explota la vulnerabilidad y aspiraciones de niños y adolescentes, sobre todo en industrias como el entretenimiento. Citando a la Relatoría Especial de la ONU, el proyecto advierte que esta industria ha sido terreno fértil para la explotación sexual infantil, debido a relaciones de poder profundamente desiguales.
En su respuesta pública, Sasha Sokol celebró que la sentencia valida las experiencias de las víctimas: “Llevar las cosas hasta aquí me ha devuelto la capacidad de acción. Hoy tengo en mis manos las riendas de mi vida y puedo cuidarme”. También enfatizó que el precedente abre la vía civil para quienes, como ella, tardan años o décadas en comprender lo que vivieron y buscar justicia.
En una época donde lo simbólico es también político, la resolución no solo reconoce un daño personal sino la responsabilidad institucional de romper con décadas de impunidad en contextos de abuso sistemático. Como dijo Sokol: “Estabilizar la verdad es el principio de la reparación”.




