El barco Madleen, operado por la Freedom Flotilla Coalition, zarpó de Sicilia con un grupo diverso de 12 activistas —incluida la ambientalista Greta Thunberg— rumbo a la Franja de Gaza. Su propósito: entregar ayuda humanitaria y desafiar el bloqueo impuesto por Israel. Su destino cambió drásticamente cuando fuerzas israelíes interceptaron la embarcación en aguas internacionales y trasladaron a su tripulación al puerto de Asdod, en Israel.
La narrativa oficial israelí, encabezada por el ministro de Defensa Israel Katz, se centró en justificar la acción como una medida de seguridad para impedir el “apoyo a Hamás”. Según Katz, la flotilla fue detenida “rápida y seguramente” para evitar el ingreso no autorizado a Gaza. En un gesto que pretendía ser humanitario, el Ministerio de Asuntos Exteriores difundió imágenes de los activistas recibiendo agua y sándwiches, pero también confirmó que serían obligados a ver videos de los ataques del 7 de octubre como una forma de “educación forzosa”.
Mientras tanto, la organización detrás de la flotilla denunció un “secuestro” en alta mar y la confiscación de suministros médicos, fórmula para bebés y alimentos. Varios gobiernos se pronunciaron enérgicamente: Francia exigió el regreso de sus ciudadanos, Brasil y Turquía pidieron la liberación inmediata de los detenidos, e Irlanda acusó a Israel de obstaculizar deliberadamente la entrada de ayuda humanitaria. Irán calificó la operación como un acto de piratería, mientras Amnistía Internacional denunció el hecho como una nueva violación del derecho internacional.
La misión del Madleen forma parte de una campaña sostenida por la Freedom Flotilla Coalition, que busca poner fin al cerco sobre Gaza. Su carácter no violento y transparente —con localización compartida públicamente— fue confirmado por sus organizadores. Yasemin Acar, una de sus portavoces, señaló antes del abordaje que estaban preparados para una eventual intercepción y que “no darían la vuelta”.
Entre los pasajeros, además de Thunberg, viajaban la eurodiputada franco-palestina Rima Hassan, el actor irlandés Liam Cunningham y activistas de distintas nacionalidades. Todos fueron deportados a sus países tras ser detenidos. El caso fue especialmente mediático por la presencia de figuras públicas y por el uso simbólico de la flotilla como vehículo de protesta internacional.
A pesar del bloqueo militar, Israel ha comenzado a permitir nuevamente el ingreso limitado de ayuda a Gaza, en paralelo a la operación de la Fundación Humanitaria de Gaza, una ONG respaldada por EE.UU. e Israel, que ha distribuido alimentos a través de canales no vinculados a Hamás. Sin embargo, organizaciones internacionales alertan que la ayuda sigue siendo insuficiente ante el riesgo de una hambruna generalizada.
La operación contra el Madleen expone no solo una acción militar preventiva, sino un punto de inflexión en la guerra mediática y diplomática sobre Gaza. Al reprimir un acto de solidaridad pacífica en alta mar —y hacerlo con métodos coercitivos—, Israel no solo agrava su conflicto con Hamás, sino que tensa aún más sus relaciones con la opinión pública global y gobiernos aliados. El caso deja una imagen clara: en la batalla por Gaza, incluso un barco con ayuda puede ser percibido como una amenaza.