Cosas Veredes
La 4T y la movilización social
Los grandes cambios políticos y sociales en el mundo y en nuestro país se han desarrollado mediante grandes movilizaciones populares, bajo la conducción de organizaciones con liderazgos fuertes y eficientes y programas políticos que recogen la inconformidad popular y dan respuesta a los problemas más graves y más sentidos de la población y el país.
El triunfo del Movimiento de Regeneración Nacional en 2018, y la llegada a la Presidencia de la República de Andrés Manuel López Obrador, y de Claudia Sheinbaum Pardo en 2024, primeramente, fueron un hito histórico porque un partido con apenas 4 años de haberse constituido derrotó abrumadoramente a los grandes partidos que habían detentado el poder durante décadas. También lo fue por el apoyo popular sin precedentes logrado en el marco de una competencia electoral que permitió constituir un gobierno de unidad política entre ejecutivo y legislativo, como no sucedía desde 25 años atrás, y además porque el triunfo de Morena y AMLO se planteó como un cambio de trascendencia histórica, después de la Independencia Nacional, la Reforma de 1857 y la Revolución Mexicana.
Después de firmarse la independencia del Imperio Mexicano en 1821, siguió todo un proceso de debate y lucha política porque el arreglo de los Tratados de Córdoba y las reglas de la monarquía constitucional no tenían suficiente sustento popular; había que darle forma y contenido al nuevo país. La declaración de independencia fue el punto de partida, luego los grupos que conformaban la bisoña nación debatieron y buscaron las decisiones que pudieran unificar al país y sus componentes, fuerzas políticas, poderes regionales y liderazgos influyentes. Tras varios años de disputa y debate, se consolidó la independencia y un precario modelo republicano.
Cuando la joven república enfrentó las contradicciones por la necesidad de avanzar con libertades entre instituciones con profundo contenido feudal, fue necesario abrir paso a una Reforma profunda que lograron los liderazgos más avanzados para garantizar las libertades individuales y rescatar las instituciones políticas de los controles dogmáticos. La Reforma liberal se logró por la vía constitucional en el Congreso, se procesó en 1856 y se promulgó en 1857, pero siguió un proceso que incluyó una guerra civil de tres años y luego una guerra de 5 años contra la intervención extranjera, hasta que se consolidó la República y el régimen de libertades y secularización de las instituciones del estado.
El estado nacional dominado por el “porfirismo” que garantizaba libertades selectivas, pero que promovía la concentración del poder y la riqueza a costa de la opresión y miseria de la mayoría de la población, tuvo como consecuencia la enorme insurgencia campesina y popular que produjo la Revolución Mexicana, que tuvo momentos determinantes pero que fue un proceso complejo y prolongado. 1910 fue la insurgencia electoral contra la dictadura. 1914, la derrota de la estructura política y militar de la opresión. Y 1917, la definición de un proyecto popular y democrático de Nación cuyo centro fueron los derechos sociales y la soberanía nacional. Y ese proyecto transformador revolucionario necesitó de varias décadas en un proceso de debate, movilización y organización social y política alrededor de las profundas reformas en el campo, en las relaciones laborales, en la economía, la conformación de los poderes y la consolidación de un modelo político que fue vigente durante cien años.
El régimen surgido de la Revolución Mexicana generó en sus distintas etapas, un sistema político autoritario y centralista. En sus 12 años de caudillismo, 70 años de “priísmo de estado” y 20 de precaria transición electoral, logró estabilidad política y avances en casi todos los aspectos de la vida social, educación, salud, desarrollo económico, etc., pero insuficientes para abatir la enorme desigualdad social, con una altísima carga de corrupción en la vida pública y el agravante del inicio de una crisis de seguridad pública sin precedentes.
La victoria de Morena en 2018 se ha descrito como el inicio de un cambio de régimen, una nueva etapa histórica del desarrollo histórico nacional. La población ha dado su respaldo mediante el voto y todas las formas de manifestación al nuevo proyecto que ha planteado los compromisos de terminar con la corrupción, abatir la desigualdad social que ofende al país entero, diseñar una vía de desarrollo económico más justo y democrático, un nuevo modelo político republicano democrático y superar la crisis de inseguridad.
Podemos decir que 2018 y 2024 han sido momentos iniciales de esa nueva etapa del país y de construcción del nuevo régimen. Y como en las anteriores etapas de nuestra historia, bien podemos decir que la nueva realidad se ha puesto en marcha y se irá moldeando con la participación de los grandes grupos sociales y la movilización política de los ciudadanos. En 7 años de la propuesta de 4T, han sido evidentes los cambios sustantivos en materia social y política. La historia nos enseña que las transformaciones no son únicamente los momentos determinantes y simbólicos, sino los procesos sociales de movilización y organización que se ponen en marcha, y que deben ser conducidos con certeza e inteligencia. Una transformación que no se apoya en la movilización y acción popular y ciudadana, corre el riesgo de entramparse en las cúpulas.
@gilbertocarloso