En la narrativa del expresidente Donald Trump, la guerra entre Irán e Israel ya terminó. Lo dijo primero en Truth Social y lo repitió ante medios aliados: el alto al fuego es total, la guerra ha concluido y, en sus palabras, el mundo debería felicitarlo. El problema es que ni Irán ni Israel han confirmado nada oficialmente.
Desde que comenzaron los ataques cruzados el 13 de junio —con bombardeos a instalaciones nucleares, misiles a bases militares estadounidenses y evacuaciones masivas en Teherán— el conflicto ha escalado rápidamente. Trump, al frente del micrófono, aseguró que Irán comenzaría el cese de hostilidades en 12 horas y que Israel lo haría 12 horas después, dando así fin a lo que bautizó como “La Guerra de los 12 Días”.
Sin embargo, medios como The New York Times y Jerusalem Post documentaron una realidad mucho más ambigua. Mientras el gabinete de seguridad de Netanyahu se reunía en silencio y sin declaraciones públicas, el mismo primer ministro pedía a sus ministros abstenerse de comentar el supuesto acuerdo. Del lado iraní, la prensa oficial calificó el anuncio de Trump como “otra mentira”, acusándolo de querer fracturar al régimen y capitalizar políticamente una paz unilateral.
La guerra no confirmada
Aunque funcionarios estadounidenses insistieron en que hubo una coordinación con Catar para negociar con Irán, ninguna fuente oficial iraní ha ratificado que el acuerdo esté en marcha. Por el contrario, voces como Mahdi Mohammadi, asesor del Parlamento iraní, acusaron a EE.UU. e Israel de utilizar tácticas de distracción para que Teherán “baje la guardia”.
En paralelo, los hechos en el terreno no reflejan una desescalada real. Según AFP y Al Jazeera, se registraron nuevas alertas en los Altos del Golán y órdenes de evacuación en Teherán, mientras el ejército israelí siguió emitiendo advertencias de ataque aéreo. Irán, aunque lanzó misiles contra la base estadounidense de Al Udeid en Catar —ataque que Trump minimizó agradeciendo el aviso previo—, también mantuvo en alto su retórica defensiva.
Más show que diplomacia
La actitud de Trump ha sido celebratoria. Agradeció que Irán avisara del ataque a Al Udeid, subrayando que no hubo bajas. Aseguró que el programa nuclear iraní quedó “aniquilado” tras los bombardeos estadounidenses, aunque funcionarios del Organismo Internacional de Energía Atómica expresaron dudas sobre el verdadero alcance de esa destrucción. Para Trump, todo parece encajar en un guion favorable a su imagen de negociador global, incluso si los actores clave aún no han leído sus líneas.
Economía, petróleo y geopolítica
La aparente tregua tuvo efectos inmediatos en los mercados. El petróleo bajó ante la expectativa de una menor interrupción en el suministro desde Medio Oriente, mientras el S&P 500 subió un 0.4% tras la noticia del cese al fuego. Pero detrás de esa reacción optimista persiste la incertidumbre: ni Irán ni Israel han confirmado formalmente el acuerdo, y la presencia de Estados Unidos como tercero activo en el conflicto plantea dudas sobre la sostenibilidad del arreglo.
La paz proclamada por Trump parece más un acto de campaña que un pacto sellado. Sin declaraciones oficiales, sin verificación de organismos multilaterales y con misiles aún cruzando el cielo, lo que hay es una narrativa política disfrazada de diplomacia. Mientras tanto, Medio Oriente sigue bajo alerta y el mundo, en vilo, esperando que la realidad alcance las palabras del expresidente.