Imagina un tipo que no quería ser entrenador, pero terminó salvando el futuro de una nación futbolera. Esa es la saga real de Andrés Lillini, el argentino que aterrizó en México como un meteorito y transformó las selecciones menores en una máquina imparable. Desde su llegada como Director Deportivo de Selecciones Menores a finales de 2023, Lillini no solo ha cambiado la historia del Tri juvenil, ha escrito un capítulo épico de dominio regional, reclutamiento global y un toque de aventura que incluye viajes a tierras heladas. En un fútbol mexicano a menudo criticado por su estancamiento, Lillini emerge como el héroe improbable que vino a recordarnos que el talento no sabe de fronteras.
De entrenador accidental a arquitecto del futuro
Andrés Lillini no buscaba el reflector. Su historia en México empezó en Pumas UNAM, donde dirigió 107 partidos y dejó un legado de resiliencia, a pesar de no ganar títulos locales. Pero el destino lo llamó a algo mayor; en diciembre de 2024, presentó el Proyecto de Selecciones Menores, un plan ambicioso para revitalizar las bases del fútbol azteca.
Como Director Deportivo, Lillini se enfocó en objetivos claros: potenciar el talento local, integrar jugadores del extranjero y elevar el prestigio de México en juveniles, recordando glorias pasadas como los dos Mundiales Sub-17 (2005 y 2011) y el Sub-20.
Su visión no es solo palabras, en mayo de 2025, Lillini destacaba cómo México se ha convertido en potencia juvenil gracias a estos logros históricos. Y para junio, ya sumaba reconocimientos personales, como un premio por su labor fuera de la cancha. Lillini no es un burócrata de escritorio; es un líder que elogia al jugador mexicano por su pasión y potencial, afirmando que “nunca el jugador mexicano ha sido tan valorado”. Su enfoque holístico incluye no solo tácticas, sino cultura y mentalidad ganadora, cambiando el rumbo de un sistema que antes parecía estancado.
Barrida histórica en Concacaf
Aquí viene el clímax. Desde que Lillini tomó las riendas, México ha barrido Concacaf como un huracán categoría 5. El pináculo llegó el 10 de agosto de 2025, cuando la Sub-15 aplastó 5-0 a Estados Unidos en la final del Campeonato de Concacaf, coronándose campeones por segunda vez (tras 2017) y vengando el subcampeonato de 2023. Esta victoria no fue aislada, se une a los títulos en Sub-17 y Sub-20, haciendo de México el monarca vigente en TODAS las categorías juveniles de la región.
Históricamente, México ya era fuerte en Sub-17, con seis títulos en Concacaf (incluyendo 2013, 2015 y 2017). Pero bajo Lillini, el dominio se extendió: la Sub-20 y Sub-15 completaron el triplete en 2025, con actuaciones que rompen fronteras y destacan talentos de Rayados de Monterrey y otros clubes. Es un “sweep” que no se veía venir, pero que Lillini orquestó con precisión, convirtiendo al Tri juvenil en sinónimo de campeón. Como dice el propio Lillini, esto eleva el prestigio y prepara el terreno para mundiales y olimpiadas.
El cazatalentos global
Lillini no se conforma con el talento local; es un explorador moderno que ha disparado la captación internacional. Hoy, México cuenta con una ‘cantera’ de más de 100 jugadores con doble nacionalidad, un panorama que Lillini ha explotado magistralmente. Bajo su gestión, más de 15 de estos futbolistas han defendido la verde en torneos recientes, integrando sangre fresca que enriquece el estilo mexicano. Es un proceso detallado: Lillini revela estrellas como Davian Kimbrough y enfatiza el reclutamiento ético, sin cerrar puertas a nadie.
El episodio más cinematográfico. Su viaje a Alaska para convencer a Obed Vargas, el mediocampista nacido en Anchorage que juega en Seattle Sounders FC. Vargas, una joya Sub-20 con raíces mexicanas, fue persuadido personalmente por Lillini en 2024, eligiendo al Tri sobre otras opciones. Este “encantador de extranjeros”, como lo llaman, ha facilitado incluso reclutamientos para clubes como Chivas, marcando un antes y después en la globalización del fútbol azteca.
Lillini, el salvador del Tri
Sin duda, Andrés Lillini vino a salvar a la Selección Mexicana. En un contexto donde el Tri mayor ha tambaleado, sus juveniles brillan como faros de esperanza. Su revolución no es solo trofeos; es un cambio cultural que valora el esfuerzo global y prepara a México para 2026 y más allá. Como él mismo confía, el futuro es prometedor con prospectos como Elías Montiel y el propio Vargas.
En un fútbol lleno de promesas rotas, Lillini entrega resultados. El mensaje es que el Tri no está perdido; solo necesitaba un visionario.
