Disonancia
La crisis de las plataformas de Streaming
El pasado 12 de agosto fue el día internacional del vinilo. En esta fecha conmemoramos que, en 1877, Thomas Alva Edison inventó el fonógrafo: el primer aparato con la capacidad de grabar y reproducir sonidos. Sin duda, una invención que cambió el mundo como lo conocíamos hasta ese momento.
Han pasado más de 100 años desde ese acontecimiento, y partir de ahí el ser humano ha plasmado la música para la posteridad, pasando por distintos formatos físicos, como lo fueron el disco de vinilo, el casette e incluso los CD’s. En su momento, cada uno revolucionó la manera en que se hacía y consumía la música
Con el nuevo milenio y la llegada de los formatos digitales, aparecieron tecnologías que pusieron la música al alcance de todos. En octubre de 2001, Steve Jobs presenta al mundo el iPod, un dispositivo portátil capaz de almacenar horas de música y mucho más práctico que un walkman, pues permitía que los usuarios tuvieran la música de su elección en cualquier lugar y momento.
Spotify marcaría la nueva tendencia con su llegada en el año 2006, después le seguirían plataformas como Apple Music y Deezer, por mencionar unas cuantas. Cada una de estas plataformas posee sus virtudes: algunas ofrecen materiales exclusivos o mejor calidad y experiencia de sonido.
En su momento, parecía una idea utópica tener toda la música del mundo al alcance de un clic. Más allá de eso, conviene analizar los pros y contras de estos servicios. Para empezar, es mucho más práctico y barato consumir tu música desde una plataforma de streaming que desde un acetato o un CD; sin embargo, esto omite el ritual de ir a tu tienda de discos favorita, encontrar el que tiene exactamente la canción que buscabas, llegar a casa, desempacarlo y por fin poder escucharlo. En cambio, ahora, al suscribirte a una plataforma, tienes un catálogo ilimitado y puedes organizar tu música en listas de reproducción. Si bien esta dinámica te permite acceder a todo ese contenido, lo cierto es que, en realidad, nada de esos contenidos te pertenecen.
Estas plataformas no siempre son justas con los artistas, a quienes debemos respeto, así como a su obra y al esfuerzo que dedicaron detrás de cada sonido que llega a tus oídos. Necesitas una gran cantidad de reproducciones para ganar un solo dólar, por lo cual la distribución de la música, que antes era su principal ingreso, ahora ya no basta. Muchos artistas emergentes, que ponen esfuerzo, dedicación e invierten cantidades considerables para poder grabar su arte, se han dado cuenta de que no es redituable, y las personas que tienen el sueño de poder vivir de su música, cada vez lo ven más lejano.
Artistas posicionados ahora obtienen sus principales ganancias a través de giras y conciertos, mientras que los emergentes solo viven de las entradas de sus shows y de la mercancía que venden. Las plataformas únicamente son amigables con el consumidor, pero no con el artista que ha tenido que malbaratar su arte, porque si no estás en plataformas, no estás en ningún lado.
La cantante islandesa Björk dijo en una de sus entrevistas: “Spotify es probablemente lo peor que le ha pasado a los músicos. La cultura del streaming ha cambiado una generación completa y a la sociedad”. También señaló que artistas de su talla ya no tienen que preocuparse por generar dinero de tours, pero los artistas en ascenso no tienen otra manera de generar ingresos
Con la llegada de TikTok y demás redes sociales, la música se ha convertido en un producto diseñado especialmente para obtener vistas y generar viralidad, dejando de lado el fin principal de la música: el artístico y poético.
Muchos artistas tampoco están de acuerdo con la inmediatez que imponen estas plataformas y la exigencia de contenido. Antes tenías que esperar un año completo para tener nueva música de tu artista favorito, hoy en día, como si se tratase de una línea de producción, nos están bombardeando con estrenos cada semana, porque la música ahora viene con fecha de caducidad.
Esta nueva forma de consumo ha generado un nuevo reto: la permanencia. Durante mucho tiempo lo que imperó fue el álbum de larga duración, muchas veces conceptual. Esto ha cambiado, el artista sigue publicando álbumes, pero lograr reproducciones equitativas en todas las canciones es el desafío. Las generaciones actuales no están acostumbradas a escuchar discos completos, sino canciones aisladas, con algunas excepciones, como el caso de Taylor Swift.
Recapitulando: los artistas tienen que hacer más música en menos tiempo, venden menos discos físicos, pero las reproducciones que logran obtener en plataformas no son suficientes para generar ingresos.
Como consumidores, debemos también ser conscientes. Spotify atraviesa una crisis puesto que muchos artistas están abandonando la plataforma. La empresa y su CEO Daniel Ek, han sido vinculados al financiamiento armamentista, por lo cual, bandas como King Gizzard and The Lizard Wizard han optado por abandonar la plataforma. Por su parte, la banda Xiu Xiu retiró su música de, en sus propias palabras, “ese agujero de basura portal violento hacia el armagedón llamado Spotify. No queremos que nuestro éxito esté ligado a la tecnología bélica”. Otras, como ¡Godspeed you! Black Emperor, han abandonado todos los servicios de streaming. Esto es un golpe a la industria que empieza a gestar un cambio necesario para dar paso a un consumo ético.
Las plataformas llegaron para quedarse, pero debemos usarlas de manera responsable, apoyar a los artistas y analizar los pros y los contras de cada una de ellas para que nuestro dinero, financie a los artistas y no la guerra.




