Hablar de Hugo Sánchez Márquez es hablar de la figura más icónica del futbol mexicano en la historia. Nacido el 11 de julio de 1958 en la capital del país, el delantero se convirtió en referente del balompié internacional gracias a una carrera que lo llevó desde los Pumas de la UNAM hasta el olimpo del Real Madrid, donde dejó una huella imborrable.
Con 516 goles en 883 partidos oficiales, Sánchez se consolidó como uno de los máximos artilleros de su generación y, sin duda, como el más grande embajador del futbol nacional en Europa. Su estilo acrobático, con definiciones espectaculares y celebraciones en forma de voltereta, lo volvieron un personaje inconfundible dentro y fuera de las canchas.
Éxitos en Europa
Tras debutar en 1976 con Pumas, Hugo emigró en 1981 al Atlético de Madrid, donde rápidamente se ganó el cariño de la afición colchonera. Sin embargo, fue en el Real Madrid donde alcanzó la cima: anotó 164 goles en 207 partidos de liga y conquistó cinco títulos consecutivos de Liga, además de una Copa de la UEFA, una Copa del Rey y tres Supercopas de España.
Su capacidad goleadora le permitió obtener cinco Trofeos Pichichi (máximo goleador de la liga española), cuatro de ellos de manera consecutiva, así como la Bota de Oro europea en 1990, convirtiéndose en el primer futbolista de Concacaf en lograrlo.
Ídolo con la Selección Mexicana
Con la camiseta tricolor, Sánchez disputó tres Copas del Mundo (Argentina 1978, México 1986 e Italia 1994) y anotó 29 goles en 58 encuentros. Fue parte fundamental de la generación que alcanzó los cuartos de final en el Mundial del 86, la mejor participación de México en la era moderna.
Reconocimientos y legado
La IFFHS lo nombró el mejor futbolista mexicano del siglo XX y uno de los delanteros más letales del mundo en su época. En 2011 fue incluido en el Salón de la Fama de la FIFA, y en 2019 la revista FourFourTwo lo colocó en el puesto 82 de los 100 mejores futbolistas de todos los tiempos.
Más allá de los números, Hugo Sánchez fue un pionero: abrió las puertas a generaciones de mexicanos en Europa y consolidó la idea de que un jugador nacional podía brillar al más alto nivel. Su figura, polémica y carismática, sigue siendo referente de debates, pero sobre todo, de orgullo para el futbol mexicano.




