Bajo el sol abrasador de Acapulco, donde el Pacífico besa la arena y los sueños se cuecen en el asfalto, nació Jorge Francisco Campos Navarrete el 15 de octubre de 1966. Con una estatura de 1.70 metros, según el mito que lo hace aún más legendario, este guardameta excéntrico, con reflejos de felino y una zurda que bailaba el balón, no solo detuvo disparos imposibles, los devoró con acrobacias que parecían sacadas de un cómic. A sus 58 años, el “Brody” o “El Inmortal”, apodos que capturan su esencia juguetona y eterna, sigue desafiando al tiempo.
Raíces acapulqueñas y el salto a la gloria universitaria
Jorge creció en la colonia Progreso de Acapulco, Guerrero, pateando balones en las playas donde el mar azota como un contragolpe. Hijo de un electricista humilde, Campos devoraba partidos de la Selección en un radio viejo, idolatrando a “La Tota” Carbajal.
A los 15 años, en 1982, probó suerte con los Delfines Blancos de Acapulco en amateurs, destacando con atajadas imposibles pese a su baja estatura. Ese mismo año, audaz, viajó a la CDMX para una prueba con Cruz Azul, pero tras tres meses sin convencer, regresó a Guerrero con el orgullo intacto. En 1986, a los 20, otra oportunidad pero ahora en las fuerzas básicas de Pumas UNAM. Ahí, bajo el mando de Miguel Mejía Barón, su agilidad y olfato goleador lo catapultaron. Debutó en Primera División el 23 de julio de 1988 contra Santos Laguna, pero no como portero: Adolfo Ríos era el titular, así que Campos pidió jugar de delantero. En su primera temporada, 1988-89, metió 14 goles en 30 partidos, compitiendo por el goleo con Fritz Santiago: “Quería minutos, no importaba la posición”, confesó en 2020. Ese año, Pumas llegó a semis de Liga y cuartos de Copa México, y Campos, con su sonrisa eterna, se robó el Olímpico Universitario. Era el comienzo, un chico de playa que convertía el arco en escenario.
La década dorada en Pumas
Pumas fue su cuna y su Olimpo. Entre 1988 y 1995, Campos jugó 200 partidos como portero y delantero, anotando 33 goles en Liga, un récord para un guardameta. Su primer título llegó en el 1990-91: Liga Nacional, con una defensa impenetrable que sólo encajó 20 goles en 38 jornadas. En la final contra León, atajó un penal clave a Alex Pineda Chacón, sellando el 2-1 global. Ese año, ganó el Guante de Oro y la Copa México.
En 1991-92, repitió Guante de Oro; en 1992-93, semifinales de Liga con un hat-trick como suplente de Ríos. Su sello fueron los uniformes psicodélicos, neón y patrones mayas, hechos a mano por su sastre local. En 1994, tercera Confederaciones en EE.UU. (3er lugar) donde su portería a cero contra Arabia Saudita lo catapultó globalmente. Pero en 1995, tras 7 goles en la Liga de Campeones de Concacaf (récord), cedió a Atlante por un préstamo: 15 partidos, 2 goles, y un subcampeonato en el Invierno 95. Regresó a Pumas en 1998, y en 2003-04 llegó su retiro emotivo. Con Pumas, 3 Ligas (90-91, 90 Copa, 2004 Campeón de Campeones) y 28 goles totales. Los Pumas son su hogar eterno, donde el Estadio Olímpico aún corea “¡Brody, Brody!”.
El nomadismo triunfal
Campos era un nómada con raíces: en 1995, Atlante lo fichó por 1 millón de dólares. En 58 partidos, 6 goles, ganó la Liga de Campeones Concacaf 1995 (7 goles suyos, incluyendo hat-trick vs Municipal de Guatemala), pero fue subcampeón de Liga Invierno 95 ante Necaxa. En 1996, saltó a MLS con el LA Galaxy por 250 mil dólares, uno de los primeros cracks internacionales. En 50 partidos (96-97), 4 goles y MVP de la Conferencia Oeste, U.S. Open Cup 1998 (atajada milagrosa a Stern John). Se fue cedido a Chicago Fire en 1998: 25 partidos siendo Campeón Supporters’ Shield.
Regresó a México en 1997 con Cruz Azul, jugó 30 partidos y fue Campeón Invierno 97 (atajó penal polémico a Comizzo en final vs León, 2-1 global), convirtiéndose en Guante de Oro. En 1999, un breve paso por Tigres con solo 20 partidos y 1 gol. Puebla en 2000-02 con 40 partidos y 2 goles. Su versatilidad de portero sweeper, adelantando la línea 10 metros pese a su altura, revolucionó el puesto, aunque rivales lloraban a FIFA por sus salidas.
En junio de 2025 fue bomba su fichaje por México FC, un proyecto binacional para talentos mexicanos en Madrid. Debutó vs CD Leganés (0-0, clean sheet parcial), como portero y delantero.
Tres mundiales, oro olímpico y la gloria eterna en el Azteca
Con México, Campos es orgullo. En 130 partidos tuvo 0 goles como portero, pero 3 asistencias, obviamente fue titular indiscutible durante 11 años. Debutó en 1991 vs China, pero su cima llegó en USA 94, donde llegaron a Cuartos de Final tras caer en penales ante Bulgaria y Francia 98: 4 partidos, 3er lugar IFFHS mundial (detrás de Schmeichel y Goycochea), pero derrotados en octavos vs Alemania (1-2).En Corea-Japón 02 fue suplente de Pérez. Títulos: Copa Oro 93 y 96, Confederaciones 99.
En los JJOO Atlanta 96 un 4to lugar. En 1999, durante la Copa de Año Nuevo en Hong Kong, su padre fue secuestrado y Campos voló de regreso pagando un rescate anónimo y atajó al día siguiente vs Egipto. Su último partido fue un amistoso en 2004 vs Turquía.
El estilo que FIFA intentó apagar
Campos no era solo atajadas; era espectáculo. Sus jerseys, rojos chillones, verdes neón y con patrones aztecas, eran arte callejero en el arco. En USA 94, Umbro los bendijo; en Francia 98 y FIFA los vetó, así que estuvo forzado a usar el 1 tradicional, pero el kit azteca del Tri lo inmortalizó. Críticos lo tildaban de “payaso”, pero él replicaba: “El fútbol es alegría, no luto”. En 2023, consiguió su doctorado honoris causa de Thompson Rivers University por su impacto social.
De auxiliar a comentarista, hasta el regreso español
A los 37, en 2004, colgó los botines en Pumas tras 15 años con 577 partidos y 46 goles oficiales. Fue auxiliar de Lavolpe en el Tri. En 2011, jugó en el “Messi and Friends” y le atajó a Messi para UNICEF. Llegó como comentarista a TV Azteca desde 2006 formando una química con Martinoli y Luis García, siendo unos memes eternos.
El inmortal que cambió el fútbol para siempre
Campos no es el portero perfecto; es el revolucionario. Un estadio en Acapulco lleva su nombre; inspirando a Malagón. Su fundación rescata chavos de calles; rechazó América por “poco dinero”, pero ama a Chivas por su padre. En 2025, con México FC soñando ascenso, Campos prueba que la edad es número, el legado es eterno. De Acapulco al Azteca, de neón a Madrid, es el mexicano que nos enseñó a volar bajo los tres palos.




