Desde las tranquilas aguas de la presa La Boca en Santiago, Nuevo León, hasta los canales turbulentos de ríos europeos y lagos olímpicos, Kenia Vanessa Lechuga Alanís ha surcado un camino de remos que desafía las corrientes de un deporte minoritario en México. Nacida el 26 de junio de 1994 en Monterrey, esta estudiante de Organización Deportiva en la Universidad Autónoma de Nuevo León no sólo ha elevado la bandera tricolor en podios internacionales, sino que ha forjado un legado de perseverancia en un país donde el remo compite por espacio con el fútbol y el boxeo. A sus 31 años, con tres participaciones olímpicas en el haber y una ristra de medallas que incluyen la histórica plata mundial de 2023, Lechuga encarna el espíritu indómito del atleta azteca.
De las presas regiomontanas a las olimpiadas nacionales
En el corazón industrial de Monterrey, donde el Río Santa Catarina serpentea entre presas y sueños juveniles, Kenia descubrió el remo a los 8 años en la presa La Boca, una extensión de 455 hectáreas construida en los sesenta que se convirtió en su primer gimnasio acuático. Hija de una familia humilde, Lechuga no tenía bote propio ni entrenador exclusivo; remaba en la zona de La Carrera con lo que había, impulsada por una pasión que la llevó a las Olimpiadas Nacionales desde 2008. En 2012, con apenas 18 años, conquistó el oro en single scull juvenil, un triunfo que la catapultó a la élite nacional y le enseñó que en México, donde el remo depende de federaciones modestas y patrocinios escasos, la disciplina es el verdadero motor. Aquellos años formativos, entre 2008 y 2015, sumaron múltiples podios como platas y bronces en juveniles, forjando su técnica impecable en single scull ligero (LW1x), donde su estatura de 1.65 metros se compensa con una potencia explosiva en los primeros 1.000 metros. Esta etapa inicial no fue de reflectores; fue de sudor en aguas locales, donde Lechuga aprendió a leer corrientes impredecibles, una habilidad que la distinguiría en escenarios globales y la posicionaría como promesa tricolor, lista para saltar al mar mayor de las competencias continentales.
El salto continental
El 2015 marcó su bautizo panamericano. En los Juegos de Toronto, Kenia finalizó cuarta en single scull ligero, un resultado que dolió pero encendió su hambre, colocándola entre las mejores de América en un deporte dominado por potencias como Canadá y Argentina. Dos años después, en Río 2016, no solo clasificó a sus primeros Olímpicos, sino que sorprendió al mundo al vencer en su heat a la australiana, Kim Brennan (ex Crow), tricampeona mundial, en las aguas agitadas de la Lagoa Rodrigo de Freitas. Aquel triunfo, en preliminares con tiempo de 8:11.44, la llevó a cuartos de final y un meritorio 12º lugar general, el mejor de una mexicana en single scull hasta entonces.
“Quiero que México me vea, porque el remo no es tan popular allá”, declaró post-Río, una frase que resume su rol como embajadora de un deporte olvidado, donde ella cargaba con el peso de inspirar a niñas norteñas a empuñar remos en lugar de pompones. En los Panamericanos de Lima 2019, la redención llegó con oro en LW1x, superando a la argentina, Mirka Kraljev, en un remontón épico desde 10 segundos atrás, cronometrando un tiempo que selló su estatus como bicampeona continental, repite en Santiago 2023 con otro oro, defendiendo el trono ante rivales como la chilena, Isidora Niemeyer. Estos podios panamericanos, sumados a platas en dobles ligeros en Barranquilla 2018 (Juegos Centroamericanos y del Caribe), no solo acumularon medallas (dos oros panamericanos en total), sino que clasificaron a México a eventos mayores, destacando su desempeño como mexicana en un continente donde su garra regiomontana eclipsa presupuestos menores, convirtiéndola en el faro que ilumina el remo azteca.
Tokio 2020
La pandemia de COVID-19 transformó el remo en un deporte de burbujas y protocolos, pero Lechuga, con su resiliencia forjada en presas irregulares, navegó por el caos. En la Regata Clasificatoria de las Américas 2021 en Río, ganó el boleto olímpico en single scull con una victoria dominante sobre la uruguaya, asegurando su segundo viaje a los Juegos Olímpicos. En Tokio 2020 (disputados en 2021), compitió en aguas calmas de Sea Forest, pero un 16º lugar en la final B, tras heats sólidos, la dejó con amargura.
Este ciclo, marcado por un bronce en la Copa del Mundo de Plovdiv 2019 (tercera en LW1x, su primer podio mundialista), subrayó sus complicaciones como lesiones menores y fondos limitados de la Federación Mexicana de Remo, que dependen de la CONADE y la Secretaría de Marina, donde Lechuga es atleta naval.
El clímax mundial
El 2023 fue el año de la eternidad; en el Mundial de Belgrado, Serbia, Lechuga se colgó la plata en LW1x con 8:51.57 minutos, la primera medalla senior para México en la historia de World Rowing, superando a noruegas y austríacas en una final donde lideró los últimos metros pese a una cirugía de cadera meses antes: “A cuatro meses de mi operación, regresé para disfrutar cada carrera como si no hubiera otra; hoy se cumplió un sueño”, posteó en redes, un testimonio real de su lucha contra la adversidad física y financiera, sin sponsors masivos. Este podio, en una prueba no olímpica, la catapultó a la fama; World Rowing la nombró mejor remera del mundo en marzo 2024, reconociendo su versatilidad en condiciones adversas. Pero 2025 fue de oro puro; en la Copa del Mundo de Varese, Italia (junio), conquistó el histórico primer oro senior para México en LW1x con 7:34.51, superando a Lara Tiefenthaler (Austria) y Maia Lund (Noruega): “Estoy emocionada, es mi primer oro en World Rowing; inicié fuerte pensando en mis seres queridos”. Dos semanas después, repitió en Lucerna, Suiza, con 7:33 minutos, su segunda dorada consecutiva, consolidando un año de dos bronces previos (Plovdiv 2019 y Poznań 2024).
París 2024
En el Sena parisino, bajo lluvias torrenciales que recordaban sus entrenos en presas norteñas, Lechuga hizo historia al clasificar a su primera final olímpica en single scull, superando repechajes con brazadas furiosas que la llevaron a cuartos y semis, terminando 6ª en la gran final con un tiempo competitivo pese al agua revuelta. Esta tercera Olimpiada, tras Río y Tokio, no trajo metal, pero sí un 6º lugar que es el mejor de México en single scull femenil, inspirando a una generación al demostrar que, sin el apoyo de naciones remeras como Gran Bretaña, una mexicana puede rugir en el escenario más grande.
Shanghái 2025
El epílogo de 2025 llegó en el Lago Dianshan de Shanghái, donde Lechuga lideró los primeros 1.000 metros en la final de LW1x del Mundial, solo para ser alcanzada en la recta final por la estadounidense, Michelle Sechser (7:30.14) y la china, Pan Dandan (7:30.45), colgándose el bronce con 7:32.23, su segunda medalla mundial, tras la plata de 2023: “Estoy muy contenta de esta temporada tremenda; gracias a mi familia, CONADE, Semar e INDE Nuevo León por el apoyo”, tuiteó post-podio, celebrando una campaña con dos oros en Copas y este bronce que sella su estatus élite. En un evento con 23 clases y potencias como Italia y Gran Bretaña dominando, su podio, el único de México entre siete atletas, resalta su rol como pilar nacional, donde su constancia en finales reñidas inspira a remeros emergentes.
El legado de una pionera
Kenia Lechuga no es solo una remera; es la vanguardia de un México que rema contra la corriente en deportes acuáticos. Con un palmarés que suma dos medallas mundiales (plata 2023, bronce 2025), dos oros panamericanos (2019, 2023), dos oros en Copas del Mundo 2025, oro centroamericano 2018 y múltiples podios nacionales, ha transformado complicaciones en combustible. Cómo mexicana, su impacto trasciende en ser la primera en una final olímpica, la nombrada mejor del mundo por World Rowing y la que motiva a niñas en presas olvidadas a soñar con podios.
A los 31, con Los Ángeles 2028 en el horizonte, Lechuga deja un arcoíris de remos que ilumina el deporte azteca, recordándonos que las verdaderas campeonas no nacen en lagos serenos, sino en aguas bravas de determinación.
