Imágenes de Aguascalientes
Las torres de la catedral de la cultura
Cronista del municipio de Aguascalientes
Se les ve desde una distancia considerable, si se sabe hacia dónde mirar, aunque ahora, con el crecimiento de la urbe; con la proliferación de edificios de más de dos pisos, parecen haberse encogido, y desde luego hace muchos años que dejaron de lanzar humos al viento, elemento que también las posicionaba en los aires de esta gigantesca capital. De hecho en las viejas fotografías tomadas desde la torre norte de la catedral religiosa, las chimeneas se observan al fondo, junto con otras, hoy desaparecidas (sólo queda otra en la zona).
Recuerdo haber leído un comentario del cuarto obispo diocesano, Salvador Quezada Limón (1951-84), en la época de oro del taller del ferrocarril, en el que afirmaba que ese humo era sinónimo del progreso que ahí se generaba, cosa con la que estoy absolutamente de acuerdo, pero quizá no en el sentido en que Monseñor utilizaba la metáfora. Por mi parte asumo, creo que era un progreso sucio, contaminante…
En fin, que se les ve desde la avenida Gómez Morín, a la izquierda si se va de norte a sur, y viceversa. Son las chimeneas de la antigua Casa de Fuerza del taller del ferrocarril, el corazón que daba vida -energía eléctrica, vapor-, al complejo fabril.
Según me informa el maestro en restauración Jorge Guadalupe Villanueva Clavel, fueron construidas hacia el segundo lustro de la década de los años 30 del siglo anterior, y dejaron de funcionar en la década de los setenta, o más o menos, con el cambio de paradigma industrial. De todos modos ahí quedaron, y por fortuna no llegaron mentes carentes de visión que las desmantelaran, como ocurrió con otras zonas del taller que además fueron saqueadas; nuestro patrimonio cultural y emocional. Por fortuna ahí quedaron chimeneas, y sin duda constituyen una evidencia de una etapa de la historia industrial de Aguascalientes.
Pero lo que no hicieron los gamberros, lo está haciendo el tiempo; el calor, el frío, la lluvia… En estos días, la chimenea norte; la que muestra la imagen, está siendo sometida a una “intervención quirúrgica”, en el que se le amputarán varios metros, achaparrándola aún más, esto porque sufre un proceso de carbonatación, que es un deterioro que sufren el acero y el concreto en la parte superior de la estructura. Con el acero a la intemperie, es decir, con el paso de los años, se empieza a fragmentar el concreto, por obra y desgracia de la lluvia, la luz, el sol, el frío y el calor. Entran en contracción los materiales generando la carbonatación, que es un efecto que se produce en la fusión entre el acero y el concreto, y este último se pulveriza; se rompe, y al suelo, tal y como se visualiza en la imagen.
Si se fija, en el remate se nota este deterioro, y de hecho faltan ya algunos fragmentos, que al carbonatarse -¿podría utilizar la expresión pudrirse?- se han desprendido y caído, con riesgo de provocar un derrumbe de parte de la estructura, y el daño a algún viandante.
Es como una especie de gangrena que por desgracia no tiene remedio; no es posible montarse en un andamio y rellenar las partes dañadas, que serán “amputadas quirúrgicamente” en fecha próxima, dejando las chimeneas asimétricas, aunque luego muy probablemente se hará lo propio con la altura del sur.
¿Qué por qué torres de la catedral de la cultura? Muy sencillo. Como señalé, las chimeneas están ubicadas en los extremos del antiguo edificio de la Casa de Fuerza del taller, precioso ejemplo de arquitectura industrial; sobreviviente de la estulticia y la voracidad. Ahí, entre viejas máquinas que vivieron en otro tiempo -vivieron… Se calentaron, bufaron, secretaron algo; vivieron a la manera de un artilugio mecánico- debidamente maquilladas, se instaló la Biblioteca Centenario Bicentenario, que contiene, aparte de los acervos que tradicionalmente distribuye la Dirección General de Bibliotecas a todas las bibliotecas del país, un importante acervo dedicado al teatro, otro a las artes visuales, y otro más para los niños, este último espectacular, además de una selecta discoteca.
¿Qué más quiere para que el espacio sea calificado como la catedral de la cultura? Aunque, claro, esas son elucubraciones mías. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com).





