Paul Aguilar creció futbolísticamente en Pachuca, pero fue con el Club América donde alcanzó la madurez deportiva, se convirtió en pieza clave y ganó muchos de los títulos que hoy forman parte de la rica historia de las Águilas.
Llegada e impacto inicial
Aguilar fue fichado por América en mayo de 2011, procedente de Pachuca. Desde su debut en el torneo Apertura 2011, se ganó rápidamente el apodo de “el lateral ofensivo” por su capacidad tanto para defender como para sumarse al ataque. Esa versatilidad fue vital para el equipo.
Uno de sus primeros momentos de gran emoción con la camiseta azulcrema fue cuando anotó prácticamente al final del Súper Clásico contra Guadalajara tras una llegada constante por la banda. Esa clase de goles le granjeó simpatía con la afición.
Títulos y consagración como pieza clave
Durante su tiempo en América, Aguilar formó parte de varios campeonatos importantes. Entre los títulos nacionales que ganó destacan: la Liga MX Clausura 2013, la Apertura 2014, y el Apertura 2018. A esto se suman otros trofeos como la Copa MX 2019 y el Campeón de Campeones 2019.
En el ámbito internacional, Aguilar fue pieza importante también en la conquista de la CONCACAF Liga Campeones con América. Su constancia le permitió mantenerse como uno de los laterales más reconocidos de la Liga MX durante buena parte de la década.
Resistencia, liderazgo y despedida
Paul Aguilar permaneció con América casi una década, lo que habla de su compromiso, su adaptación al estilo del club y su capacidad para superar altibajos. En el campo no solo defendía; aportaba ofensivamente con centros, desbordes, ocasionales goles, y se ganó también la capitanía en distintos momentos.
Finalmente, dejó el club en diciembre de 2020, cerrando un ciclo que fue emblemático tanto por su rendimiento como por su identificación con la afición Americanista.
Legado americanista
Paul Aguilar no será recordado solo por sus acciones defensivas, sino también por su constancia al más alto nivel, su parte en fechas decisivas y su sentido de pertenencia. En América, Aguilar se convirtió en un símbolo de estabilidad, un jugador que cumplió, ganó títulos y dejó huella.




