Lejos de estereotipos, romantización y exotización de las mujeres indígenas, Luvia Lazo se ha dedicado a visibilizar desde adentro el mundo al que pertenece, desde su perspectiva como una mujer zapoteca contemporánea. ¡Conócela!
La fotografía llegó a la vida de Luvia de forma natural: con la llegada del internet y plataformas como Flickr o DeviantArt, una cámara digital y un breve acercamiento a la fotografía de moda. Ese interés la llevó a imitar ciertas tendencias y técnicas, pero al darse cuenta que su contexto no se parecía en nada a lo que veía, comenzó a crear su propio lenguaje visual. Lazo, siendo originaria de Teotitlán del Valle, Oaxaca creció con sus abuelos, y se convirtieron en los primeros sujetos a los que retrató con su cámara en su adolescencia, sin alguna formación o estudios formales en la fotografía, solo ella y su cámara.
Más adelante, lo definiría así: como una constelación de imágenes a través del tiempo y espacio en Oaxaca, documentando las brechas generacionales y la transformación de la identidad en el tiempo, el duelo y la manera en que los seres humanos habitan los espacios con reminiscencias de nuestras creencias y cultura.
Luvia Lazo ha sido beneficiaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA 2020 (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes), beneficiaria inaugural de la beca Indigenous Photograph 2021 por Leica y Photoville, y su trabajo ha sido reconocido por Vogue, The New Yorker y Apple. Esto, le ha permitido diversificar las voces que suelen estar representadas en la fotografía, ofreciendo una perspectiva más amplia, compleja y empática sobre las mujeres y comunidad indígena.
Pero no todo ha sido un camino maravilloso, porque cuando presenció la muerte de su abuelo, su dolor nubló todo su alrededor y se vio incapaz de reconstruir lo que tanto amaba hacer: registrar todos sus momentos juntos. Tiempo después, Lazo visitaba con recurrencia el mercado de Teotitlán del Valle, que es conocido principalmente por sus textiles de lana, y entablaba conversaciones con los artesanos mayores. Sus conversaciones iban desde conocer sus contextos personales, compartir sobre su reciente pérdida y tomarles un retrato. Eso sí, ocultaba sus rostros. “No estoy convencida de que sea mi lugar exhibir esos rostros” mencionó al respecto en una entrevista para The New Yorker.
Estas acciones le devolvieron las ganas de documentar su comunidad, su identidad y las personas que la rodean día tras día, y así nació Kanitlow, una serie de retratos a ancianos y mayores de su comunidad, en honor a su abuelo. A este trabajo se le suman Mujeres de las Nubes, que fue galardonado en 2019 por Leica Women Foto Project, un largo historial de retratos y apariciones en Vogue, The New Yorker, Pipe Wrench Magazine y exposiciones en Ciudad de México, Barcelona y Nueva York.
Luvia admite que no despertó de repente un día deseando ser fotógrafa. El camino por convertirse en un referente visual en el país ha sido largo, no lineal e impredecible, pero algo tiene seguro: fue una forma de reconciliación con la persona que es hoy, con su lugar de origen, con su lengua y raíz, e insiste que es momento de cambiar la narrativa y conocer esos territorios desde adentro.




