En Uruguay, Pablo Laurta es conocido por ser el fundador de Varones Unidos, un portal web que se dedica a compartir discursos antifeministas, misóginos y que promueven “los derechos de los hombres”. Ahora, es el responsable de un doble feminicidio cometido contra su ex pareja, Luna Giardina y su madre, Mariel Zamudio. El brutal asesinato da lugar a algo que el feminismo ha intentado advertirnos por décadas: los discursos de odio que promueven estos grupos no solo quedan en un plano simbólico, sino que alientan a cometer violencias reales.
¿Qué hizo Pablo Laurta?
Lo que se sabe hasta ahora, es que Pablo Laurta se trasladó desde Uruguay hasta Argentina, donde vivía actualmente Luna Giardina de 26 años, junto con su madre de 54 años y su hijo de 5 años. Durante este trayecto, se cree que decapitó y desmembró Martín Palacio, el chófer que contrató para introducirlo al país, mucho antes de cometer su principal objetivo: asesinar a balazos a su ex pareja, ex suegra y secuestrar a su hijo. El 15 de octubre, Laurta fue detenido tras intentar regresar a Uruguay, mientras iba acompañado por su hijo de 5 años. Según las autoridades lo encontraron a salvo.
Ya habían señales
Laurta ya contaba con antecedentes de violencia. Fue la principal razón por la que Luna vivía en Argentina, ya que se encontraba huyendo de él. Se conocieron a finales de 2018 y a los dos meses quedó embarazada, por lo que se mudaron a Montevideo. Aunque todo parecía “normal” hasta este punto, en 2023 ella lo denunció por intento de asfixia y tras sufrir varias agresiones físicas. Un año después, fue detenido y encarcelado durante un mes por haber violado la orden de restricción que pesaba contra él. En ese momento permaneció 3 días escondido debajo del tanque de agua de la casa de Luna, Mariel y el niño. Todo para poder espiar todos los movimientos que hacían. Sin embargo, a pesar de todos estos antecedentes, Laurta siguió libre y escapó a Uruguay, en donde integraba su grupo antifeminista Varones Unidos.
¿Qué es Varones Unidos?
Varones Unidos es un portal web conformado por un grupo de hombres, entre ellos youtubers, streamers y figuras vinculadas a la política, que se presenta como defensor de la “perspectiva masculina” en los debates de género. Gran parte de su contenido está dedicado a negar la violencia de género, deslegitimar el movimiento feminista y promover la narrativa de muchas denuncias por abuso sexual o agresiones físicas son falsas denuncias. Mientras que otra parte de su contenido se trata de ofrecer consejos para conocer chicas por Instagram y cómo seducirlas. En fin, la hipotenusa.
Lo curioso, es que en la página web de Varones Unidos, Laurta llegó a hacer una publicación donde denunciaba a Luna Giardina, por “secuestrar” a su hijo y por “abusos judiciales” (un término que utiliza la misma organización para describir conflictos familiares desde una perspectiva negacionista de la violencia machista). Hasta la fecha, la página web sigue activa.
El doble feminicidio no es una coincidencia, es una consecuencia directa de una narrativa que normaliza la violencia contra las mujeres
En los últimos años, la organización Varones Unidos ya había sido denunciada por colectivas feministas en Uruguay por difundir discursos de odio, desinformación y mensajes antifeministas. Además, por haber estado vinculada a campañas en contra de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y de programas de educación sexual integral, buscando restringir derechos reproductivos.
Este caso ha vuelto a colocar en el centro el debate de la violencia de género no solo en Uruguay, pero en Argentina. En un contexto donde el gobierno de Javier Milei ha propuesto eliminar la figura de feminicidio del Código Penal y ha desfinanciado programas de protección a víctimas de violencia género, ha dado pie al resurgimiento de este tipo de organizaciones ultraconservadoras. No sorprende que niegue la violencia de género, pero hay que llamar las cosas como son: este fue un caso de doble feminicidio.
De alguna forma, viene a confirmar lo que los feminismos vienen denunciando desde hace años: que los discursos de odio no son inofensivos ni simbólicos, sino que legitiman y alentan violencias que nos atraviesan en nuestras vidas diarias.




