En los campos áridos de Navojoa, Sonora, donde el sol quema y los sueños se forjan con esfuerzo, nació un pitcher cuya zurda cambiaría para siempre el béisbol. Fernando Valenzuela Anguamea, “el Toro”, no es solo un nombre; es un símbolo de orgullo mexicano que llevó la MLB a una fiebre inolvidable en 1981. Su legado trasciende estadios, desde los montículos polvorientos de México hasta el Salón de la Fama, Valenzuela es la chispa que encendió la Fernandomanía.
De la tierra sonorense al montículo
Imagina a un niño flaco, el menor de 12 hermanos, correteando por los campos de Navojoa, Sonora, con una pelota improvisada de trapos. Fernando Valenzuela, nacido el 1 de noviembre de 1960, creció en Etchohuaquila, un ejido humilde donde el béisbol era más que un pasatiempo, era la vida. Hijo de agricultores, Avelino y María, Fernando aprendió a lanzar con precisión ayudando a sus hermanos en el campo. A los 14 años, ya dominaba en ligas locales.
A los 16, un visor de los Tigres de Yucatán lo descubrió en un torneo regional: “Tenía una curva que parecía magia; nadie podía batearla”, recordó el scout, Mike Brito, en ESPN (2011). Valenzuela firmó con los Leones de Yucatán en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) en 1978, debutando como relevista. Su screwball y su control lo llevaron a un récord de 10-4 con 2.49 ERA en 1979. Los Dodgers de Los Ángeles lo ficharon ese año por 120 mil dólares, un salto que cambiaría su destino: “Nunca imaginé salir de Sonora; el béisbol me llevó al mundo”, confesó en MLB Network (2020).
De novato sensacional a ícono de la MLB
La carrera de Fernando Valenzuela es un mosaico de récords y emociones. Debutó en la MLB el 15 de septiembre de 1980 con los Dodgers, lanzando 17.2 innings sin permitir carreras como relevista. Pero 1981 fue su año, la famosa “Fernandomanía”. Como abridor sorpresa en el Opening Day, lanzó 8 blanqueadas, ganó 13 juegos (13-7, 2.48 ERA) y lideró la National League con 180 ponches. Su impacto fue el Cy Young y el Novato del Año de la NL, único en lograrlo en la misma temporada. Condujo a los Dodgers al título de la Serie Mundial 1981 contra los Yankees, ganando el Juego 3 (5-4) con 147 pitcheos, un esfuerzo heroico.
En los Dodgers (1980-1991), acumuló 141 victorias, 2,773 innings y 2,074 ponches en 346 juegos. Estuvo en 6 Juegos de Estrellas (1981-1986) y ganó 2 Guantes de Oro (1986).
Luego, su carrera se volvió de viajes: California Angels (1991, 2-2), Baltimore Orioles (1993, 8-10), Philadelphia Phillies (1994, 1-2), San Diego Padres (1995-1997, 13-8) y St. Louis Cardinals (1997, 0-4). En la LMB, brilló con Tijuana y Aguascalientes (1992, 10-5).
Su screwball y carisma llenaron estadios, especialmente entre la comunidad latina.
Representando a México con orgullo
Aunque el béisbol profesional limita participaciones internacionales, Valenzuela dejó huella con México. En amateurs, lanzó para Sonora en torneos nacionales, ganando oro en 1977. En la Selección Mexicana, participó en exhibiciones como el Caribbean Series de 1979 con Yucatán (2-0, 1.80 ERA). No compitió en Juegos Olímpicos (béisbol no era olímpico entonces) ni Clásicos Mundiales (creados post-retiro), pero su impacto global vino en la MLB, donde fue embajador del béisbol azteca. Su presencia inspiró a México en torneos juveniles, pavimentando el camino para astros como Julio Urías.
Premios que inmortalizan al Toro
Fernando Valenzuela no solo ganó juegos; conquistó la historia. En 1981, barrió con el Cy Young, Novato del Año, Silver Slugger (mejor bateador pitcher) y el TSN Pitcher of the Year. Sus 6 All-Star Games consecutivos (1981-1986) lo convirtieron en el mexicano más convocado. Récords como el primer pitcher en ganar Cy Young y Novato juntos, y líder de la NL en blanqueadas (1981, 8). En 1986, empató el récord de ponches en un All-Star Game (5, igualando a Carl Hubbell). México lo celebró con el Premio Nacional del Deporte 1981.
Su número 34 fue retirado por los Dodgers en 2023, un hito para latinos.
La “Fernandomanía”, SM y resiliencia
La vida de Valenzuela está marcada por instantes épicos. El clímax fue la Fernandomanía en 1981, cuando un novato de 20 años llenó el Dodger Stadium con 50 mil fans y muchos latinos en cada apertura. Su Juego 3 en la Serie Mundial 1981 (5-4 vs Yankees) fue titánico: 9 innings, 147 pitcheos, remontando 4-2 en contra. Otro hito fue su no-hitter el 29 de junio de 1990 contra los Cardinals (6-0), uno de los 3 únicos por mexicanos en MLB. Lo triste llegó en 1991 con su salida abrupta de los Dodgers tras un declive (13-13). Regresó en 1993 con Orioles, ganando 8 juegos tras un año en México.
Las lesiones con problemas crónicos de hombro desde 1988, redujeron su velocidad, pero su screwball mantuvo su magia.
Polémicas y Controversias: Rumores y Decisiones Difíciles
Valenzuela evitó escándalos, pero no estuvo exento de controversias. En 1991, su salida de los Dodgers tras 11 años generó críticas, los fans y prensa acusaron a la gerencia de deslealtad, dado su declive (5.73 ERA): “No guardo rencor; el béisbol es negocio”, dijo en ESPN (1992), manteniendo clase. Rumores de tensiones con el mánager, Tommy Lasorda, por estrategias (1987) fueron desmentidos por ambos. En México, su breve paso por la LMB en 1992 fue cuestionado como “retirada temprana”, pero él lo vio como “reconexión con mis raíces”. Objetivamente, su legado es limpio, todo un caballero del montículo, cuya humildad disipó tormentas.
Narrador, filántropo y padre devoto
Fuera del diamante, Fernando Valenzuela era un hombre de familia y compromiso social. Casado desde 1981 con Linda Burgos, maestra, tiene 4 hijos: Fernando Jr., Ricardo, Linda y María. Fernando Jr. jugó en la LMB y MLB menores, sin alcanzar la cima paterna.
Fue copropietario de los Tigres de Quintana Roo (LMB) y socio en restaurantes en Los Ángeles. Además, desde 2003, fue comentarista en español para los Dodgers en SportsNet LA, con 4 mil horas de transmisiones.
Leyenda viva y embajador del béisbol
En agosto de 2025, encabezó la ceremonia del Día de Fernando Valenzuela en Dodger Stadium, lanzando la primera bola ante 55 mil fans. Tras su fallecimiento es posible su inducción al Salón de la Fama de Cooperstown (2026 votación, 70% de apoyo en 2025).
Fernando Valenzuela no fue solo un pitcher; fue el latido de un México que soñó grande en la MLB. Su Fernandomanía, con 173 victorias, un Cy Young y una Serie Mundial, rompió barreras para latinos, llenando estadios y corazones.
A pesar de todo, sigue y va a seguir siendo el Toro. Un ícono que, desde Etchohuaquila al mundo, demostró que los sueños, con una zurda mágica, no tienen fronteras.




