Francisco Javier Cruz Jiménez, mejor conocido como “El Abuelo”, es uno de los futbolistas más singulares en la historia de la ciudad regia. Nacido el 24 de mayo de 1966 en Cedral, San Luis Potosí, llegó muy joven a Monterrey y con sus goles, su entrega y su carácter logró algo casi inédito: ganarse el cariño de las aficiones de Rayados y Tigres.
De promesa en Rayados a ídolo de ciudad
Francisco Javier debutó con el Club de Fútbol Monterrey en 1984, integrado desde joven a las fuerzas básicas del equipo. Con su talento ofensivo y su capacidad para definir partidos, fue parte del plantel que logró el primer campeonato para los Rayados.
Su etapa en España, con el CD Logroñés, no fue tan fructífera como se esperaba, y pronto regresó al fútbol mexicano para vestir la playera de Tigres UANL, cruzando una frontera deportiva que pocos han logrado con éxito.
Momentos memorables con el Tri
Uno de los episodios más recordados de Cruz con la selección fue su gol decisivo ante Canadá, que dio el pase para México al Mundial de 1994. Sin embargo, justo al marcar, sufrió una lesión que le impidió participar en ese torneo.
Aunque participó con el Tri entre 1986 y 1993, sus apariciones no fueron numerosas: disputó 18 partidos y anotó 2 goles con la selección mayor.
El cierre de una era y vida después del retiro
Francisco Javier se retiró oficialmente el 9 de mayo de 1999, vistiendo nuevamente la camiseta de Monterrey en un partido simbólico. En ese mismo encuentro, luego de ingresar como suplente, colaboró con una jugada clave que ayudó a Rayados a evitar el descenso, al participar en la jugada que derivó en empate.
Tras colgar los botines, Cruz enfrentó momentos difíciles: cayó en depresión tras la muerte de sus padres, desarrolló un problema de alimentación y llegó a pesar hasta 313 libras. Finalmente, se sometió a cirugía bariátrica tras ser diagnosticado con hipertensión y diabetes.
En el ámbito personal, tiene tres hijas de un matrimonio anterior.
Un legado dividido pero unido por la pasión
Que Francisco Javier Cruz sea querido tanto por hinchas de Rayados como de Tigres es una rareza en la rivalidad regiomontana. Su habilidad, carácter y entrega le permitieron trascender colores, algo poco común en un ambiente de polarización deportiva.
Hoy “El Abuelo” guarda un lugar especial en la memoria de los amantes del fútbol en Monterrey, como ejemplo de pasión auténtica, entrega y una carrera que trascendió estadios y generaciones.




