Desde la tierra caliente de Michoacán hasta el podio olímpico más alto, Guillermo Pérez Sandoval escribió una de las páginas más brillantes del deporte mexicano moderno. Con un estilo sobrio en el tatami y una historia de esfuerzo detrás, “Memo” Pérez no sólo ganó oro en Beijing 2008: puso en evidencia que la técnica, la actitud y el temple pueden convertir a un deportista modesto en un héroe nacional.
Un niño inspirado por Bruce Lee
Guillermo Pérez Sandoval nació el 14 de octubre de 1979 en Uruapan, Michoacán. Desde los 5 años comenzó a practicar taekwondo; en entrevistas ha recordado que su primer motor fueron las películas de Bruce Lee y el deseo de canalizar su energía en algo disciplinado y competitivo. Pronto destacó en campeonatos estatales y juveniles: a los 10 años ganó su primer torneo estatal en Michoacán y más tarde comenzó a competir con regularidad a nivel nacional e internacional en categorías infantiles y juveniles.
Camino a la selección y primeros fogueos internacionales
En la década de los 90 y principios de los 2000, Pérez escaló en la escena nacional hasta ganarse un lugar en el equipo mexicano. Participó en torneos continentales y abiertos internacionales, donde acumuló experiencia ante rivales de alto nivel. Esos años sirvieron para pulir su estilo: defensa sólida, paciencia para esperar el error del rival y capacidad para anotar en los momentos decisivos. Las listas de resultados indican podios en circuitos internacionales que lo posicionaron como una carta fuerte en la categoría de −58 kg.
La antesala de “Memo”
El Campeonato Mundial de Taekwondo 2007, celebrado en Pekín, fue una antesala clave: Guillermo Pérez ganó la medalla de plata en la categoría −58 kg, cayendo en la final ante el españo,l Juan Antonio Ramos. Ese resultado lo catapultó definitivamente al radar mundial y le dio confianza para encarar el ciclo olímpico rumbo a 2008. La plata mundial dejó claro que México tenía un competidor con posibilidades reales de pelear por medalla en Beijing.
La mañana que despertó a México con oro
El 20 de agosto de 2008, en el Gimnasio de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pekín, vivió uno de los momentos más dramáticos y emocionantes del olimpismo mexicano reciente. Guillermo Pérez llegó a la final de los −58 kg y se enfrentó al dominicano, Yulis Gabriel Mercedes. Tras tres rounds reglamentarios el marcador quedó 1–1 y en la ronda de desempate o mejor conocido como “punto de oro”, ninguno anotó; finalmente los jueces otorgaron la victoria a Pérez, declarándolo campeón olímpico. Fue un triunfo por decisión unánime de los jueces y la restitución de un himno mexicano en la villa olímpica. Ese oro representó una presea masculina de máximo valor para México después de décadas y se celebró como una hazaña colectiva; aunque, su victoria se considera una de las más controvertidas en la historia olímpica del taekwondo.
El oro de Pérez en Beijing no fue sólo personal; cortó una racha larga sin medallas doradas masculinas (el último varón mexicano en ganar oro olímpico había sido en 1984), colocó al taekwondo mexicano nuevamente en la élite y abrió la puerta a mayor inversión y atención hacia esta disciplina en el país. Además, su victoria fue uno de los momentos emblemáticos de los JJ. OO. 2008 para la prensa internacional.
Retos, selección y el final de su etapa competitiva
Tras su oro olímpico, Guillermo siguió compitiendo pero la renovación generacional y procesos selectivos empezaron a complicar su continuidad como titular. En 2011, por ejemplo, quedó fuera de la selección para los Juegos Panamericanos tras perder en procesos internos frente a figuras emergentes, lo que muestra que el deporte de alto rendimiento siempre exige adaptación. Con el paso de los años, Pérez fue tomando un rol más de referente y transmitiendo experiencia a generaciones jóvenes.
La faceta de entrenador y su huella en Michoacán
En su etapa post-competitiva, Guillermo Pérez ha trabajado como entrenador y formador, especialmente en Michoacán (su tierra natal); ha dirigido proyectos de base, ha acompañado a jóvenes promesas y, según la CONADE, en 2024 había comenzado a dirigir a atletas en etapas nacionales, incluso apoyando en la formación de sus hijos y jóvenes locales. Ese camino confirma una transición habitual en campeones olímpicos, de competir a sembrar experiencia para que otros recojan frutos.
¿Por qué Guillermo Pérez importa para el taekwondo mexicano?
Guillermo Pérez dejó una huella profunda ya que demostró que México podía competir y ganar en la categoría masculina frente a países con mayor tradición en este peso. Su oro en Beijing 2008 inspiró a una generación de practicantes, ayudó a visibilizar el taekwondo nacional y consolidó un ciclo de éxitos que motivó a federaciones, entrenadores y patrocinadores a invertir en la formación. Actualmente, su trabajo como entrenador y formador continúa el ciclo: campeones que multiplican campeones.
Del niño de Michoacán al campeón olímpico
La historia de Guillermo Pérez Sandoval es la demostración de que el talento necesita de trabajo, paciencia y, sobre todo, contexto para florecer. De la admiración por Bruce Lee al sudor de los tatamis locales; del bronce infantil a la plata mundial y, finalmente, al oro olímpico. Su carrera reúne coraje y aprendizaje y hoy, más allá de medallas, su mayor aporte puede medirse en los entrenamientos que lidera, en las vidas de jóvenes que inspira y en la certeza de que México seguirá encontrando en el taekwondo nuevos motivos para celebrar.




