Israel Espinoza, con más de 20 años laborando en los panteones La Cruz y Los Ángeles, comparte experiencias y explica por qué estos lugares suelen inspirar temor
Relata episodios impactantes: un joven se suicidó antes del cierre; en un velorio alguien se disparó y fue atendido; sepultar niños cala profundamente
Describe cómo lidian con brujería y rituales: retiran o queman objetos, enfrentan a quienes fingen visitas entre tumbas y, de ser necesario, llaman a la policía
Hay cosas que dan más miedo que trabajar en un panteón, nos dice Israel Espinoza, quien lleva más de 20 años laborando en los panteones La Cruz y Los Ángeles, uno de los recintos más antiguos del estado.
Justo en estas fechas, cuando recordamos a nuestros seres queridos que ya partieron, visitamos los panteones de Los Ángeles y La Cruz, donde fuimos recibidos por Israel. Él nos compartió cómo es trabajar en un panteón y por qué, en muchas ocasiones, estos lugares generan temor.
Cuenta que ha visto de todo en este trabajo y que, de manera cotidiana, tiene que lidiar con la muerte: “Recuerdo que en el panteón de Los Ángeles llegó un joven antes de que se cerrara, como a eso de las cinco de la tarde, y ya no salió; fue porque se quitó la vida”.
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Israel dijo desconocer por qué este joven habría tomado la fatal decisión y que ahora descansa en ese lugar. Nos platicó que hubo otra persona que se pegó un balazo en pleno velorio, pero afortunadamente la bala no lo mató y los paramédicos pudieron atenderlo a tiempo para salvarle la vida.
A pesar de estos episodios, Israel asegura no tener miedo y le gusta su trabajo. Añadió que hay ocasiones en que la muerte sí les cala, sobre todo cuando se trata de niños a quienes tienen que sepultar: “Pero alguien tiene que hacer el trabajo y enfrentar este tipo de situaciones; nos da dolor con los niños, porque cuando es una persona adulta como que ya vivió”.
Israel dice que no se arrepiente de haber elegido este oficio. Contó que siempre le llamó la atención el trabajo en panteones, ya que vivió muy cerca del panteón La Salud: “Siempre me llamó la atención esto de los panteones y, cuando me quedé sin trabajo y estaba recién casado, vi al encargado del panteón de La Salud y le pregunté por una vacante; en ese momento sí había, y así comencé a trabajar en esto”, relató.
Señaló que no tuvo temor al ingresar a trabajar ahí, porque “tenía más miedo de que mis hijos no tuvieran que comer”. Explicó que sus hijos eran muy pequeños y había que sacarlos adelante.
En los panteones es frecuente que algunas personas realicen prácticas de brujería, pero es algo con lo que saben lidiar: “Si vemos algo, lo agarramos con la mano izquierda y lo tiramos o lo quemamos y así se deshace”. Comentó que hay personas que se esconden entre las tumbas y fingen que van de visita: “Se te empieza a hacer raro porque ves que sale humo y, pues, uno como trabajador sabe por dónde caminar; cuando menos lo esperamos interrumpimos su ‘ritual’ y les pedimos que salgan, y si de plano no quieren, les llamamos a la policía”, dijo.
Israel concluye que, pese a las historias y a la cercanía con la muerte, su oficio es necesario y que quienes lo desempeñan lo hacen con responsabilidad y respeto hacia las personas y sus familias.




