El fin de semana, el Partido Acción Nacional (PAN), encabezado por Jorge Romero, presentó lo que será su proyecto de renovación rumbo al 2027; en un evento dinámico, fresco y moderno, que culminó con una marcha hacia el Ángel de la Independencia.
De entrada, vale la pena destacar los tres pilares sobre los cuales sentarán las bases de la nueva visión partidista: la recuperación de su identidad política e ideológica, la decisión de ir solos a los siguientes procesos electorales y quizá la más importante, la apertura total de cara a la ciudadanía.
El reto del blanquiazul no es fácil. Tendrán que derribar una serie de vicios y problemas que provocaron el debilitamiento de las estructuras de partido, como es el caso de los llamados “padroneros”.
Pero también, tendrán que enfrentarse al desdibujamiento en el que han caído muchas fuerzas partidistas, que han perdido de vista sus posiciones políticas. Me refiero a la falta de identidad, de filosofía, de conceptos y de una plataforma clara para ofertar a la sociedad.
Hacia fuera, los panistas también se enfrentarán con el tsunami llamado Morena, que hoy gobierna veinticuatro entidades del país y a más de 90 millones de mexicanos (casi 73% de la población total).
Y si bien existe un descontento entre un amplio sector de la población por algunos resultados de gobierno y un vacío que no ha sido ocupado por ninguna propuesta política; el partido guinda cuenta hoy con una preferencia electoral de casi cincuenta por ciento (Buendía & Márquez 2025).
Si hacemos historia, el PAN ha vivido dos periodos presidenciales que dejaron experiencia, resultados en diferentes áreas de la administración pública y desgastes naturales por el ejercicio de gobierno. Pero también, fue en esos mismos periodos cuando arreciaron las divisiones internas e intentos de control del partido.
Lo anterior, por cierto, fue uno de los parteaguas que hizo posible el regreso del PRI a Los Pinos, con el estrepitoso resultado de esa administración, que conocemos.
En ese inter, López Obrador ya había iniciado la conformación de su movimiento y alistaba las piezas para la elección de 2018, pero ya no bajo las siglas del extinto PRD, sino bajo el concepto político que lo llevó a la Presidencia de la República: el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
En ese mismo inter (2012-2019), el PAN logró consolidar su fuerza territorial más importante, gobernando diferentes entidades del país: Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes, Baja California Sur, Tamaulipas, Yucatán y Durango; entre otros.
Sin embargo, el anuncio de la renovación del blanquiazul llega tras el descalabro electoral del 2024, que culminó con el triunfo de la hoy presidenta Claudia Sheinbaum y que muchos atribuyen al tema de la coalición electoral. El anuncio del PAN incomoda al oficialismo, que hoy intenta desacreditar y minimizar la noticia.
Y es que al replegarse y asumir claramente su posición política (e ideológica), el PAN irá por un target electoral muy específico, pero más importante; al abrirse a los ciudadanos, el partido adquirirá la fuerza territorial necesaria para ir a competir en el proceso electoral del veintisiete.




