La Libertad Avanza gana aire político, pero la gobernabilidad dependerá de su capacidad de tejer alianzas y modificar su plan de gobierno.
Por Gonzalo Inchauspe
La elección legislativa en Argentina reordenó el tablero: el oficialismo de Javier Milei recupera iniciativa y fuerza en el Congreso, pero sigue lejos de las mayorías propias. Un gobierno que llegaba tambaleando y ayudado por Estados Unidos, logra un resultado que refleja aún que una porción del electorado no quiere la vuelta del peronismo a nivel nacional y, al mismo tiempo, mantener al gobierno bajo control. Es una segunda oportunidad, no un cheque en blanco.
El oficialismo llega a este punto tras meses de desgaste: errores de gestión, episodios de corrupción que dañaron su credibilidad y un programa económico que prioriza el ancla fiscal sin lograr todavía recomponer plenamente la confianza ni activar la macro. Aun así, el electorado prefirió el rumbo propuesto por el gobierno frente a la incertidumbre que habría implicado un gobierno debilitado. El apoyo, sin embargo, es condicionado: el votante pide mejores resultados, moderación discursiva y una buena gestión política.
La nueva correlación de fuerzas mejora la posición del Ejecutivo, pero no habilita reformas en solitario. La agenda dependerá de gobernadores y bloques aliados.
En los próximos meses, la política argentina volverá a pasar menos por los atriles y más por las mesas de negociación. Si la Casa Rosada quiere capitalizar la coyuntura, deberá cambiar el tono: pasar de la confrontación dicotómica de “amigo o enemigo” a la construcción de mayorías operativas para tres o cuatro reformas posibles.
El Presidente Milei en su discurso de ayer retomó el Pacto de Mayo como hoja de ruta y como señal de diálogo, ya que fue firmado por la mayoría de los gobernadores. En torno a los temas del pacto se encontrarán los temas de conversación para los próximos meses. Queda afuera el corazón del plan del gobierno: la macro.
Donde el gobierno necesita realizar cambios para poder reactivar la macroeconómica que se vio hasta acá muy afectada por la política de shock del gobierno.
La elección de ayer vuelve al peronismo sobre sí mismo, mirando hacia adentro. La discusión sobre liderazgos, retrocede un casillero y vuelve a fortalecer a Cristina Kirchner nuevamente tras el momentum de Axel Kiciloff tras la victoria del 7 de septiembre. Los cristinistas podrán reclamarle que de haber seguido su estrategia la victoria de su espacio hubiera podido ser la de octubre y no la de septiembre, pero eso es contrafáctico hoy.
El espacio político no logra salir de su internismo y la derrota de ayer enciende todas las alarmas de cara a su competitividad para el 2027, igualmente en Argentina 2 años son una eternidad y cualquier cosa pudiera pasar.
La conclusión es simple: Milei sale fortalecido, pero no con un cheque en blanco. Es importante recordar que el gobierno de Mauricio Macri llegó y ganó las elecciones de medio término del 2017 sin necesidad de recurrir al FMI y aún así no logró reelegirse.
El gobierno debe ser muy consciente de esta segunda oportunidad; y que para ello la ciudadanía, los mercados y hasta inclusive su principal aliado Donald Trump le piden que garantice la gobernabilidad. Para ello deberá moderarse, entablar puentes de diálogos con aliados legislativos y gobernadores, pero también ser menos hortodoxo en su programa económico y de gobierno para lograr mejorar la delicada situación que atraviesa actualmente.




