El nombre de Raúl Cárdenas de la Vega, nacido el 30 de octubre de 1928 en la capital del país y fallecido el 25 de marzo de 2016 en Cuernavaca, Morelos, sigue siendo evocador en la historia del fútbol mexicano. Fue destacado tanto como jugador de selección nacional como entrenador de clubes y del propio Tri, logrando hitos que aún perduran.
Un defensor internacional con clase
Cárdenas fungió como defensor central (y en ocasiones volante) en su etapa como jugador profesional. Debutó en 1947 con el Real Club España y más tarde militó en equipos como Guadalajara, Marte, Puebla y, fundamentalmente, Zacatepec.
Con la selección mexicana disputó tres Copas del Mundo —Suiza 1954, Suecia 1958 y Chile 1962— y representó a México también en los Juegos Olímpicos de Londres 1948.
Estratega de éxitos: la era dorada como entrenador
Tras colgar los botines, Cárdenas destacó en el banquillo. En su etapa al frente de Cruz Azul (1966-1975) consiguió cinco títulos de liga, una copa nacional, dos Campeón de Campeones y tres títulos de la Concacaf, lo que lo convirtió en el técnico más laureado de ese club en su historia.
Posteriormente, dirigió al Club América, donde también ganó el campeonato de liga (Temporada 1975-76), la Concacaf Champions y la Copa Interamericana.
Además, comandó a la selección mexicana durante el Mundial de México 1970, donde el Tri alcanzó por primera vez los cuartos de final.
Legado que trasciende generaciones
La figura de Cárdenas es recordada no solo por sus trofeos, sino por su visión de juego, disciplina táctica y capacidad para construir equipos ganadores. El “Güero” dejó una huella indeleble en el fútbol mexicano, tanto para jugadores como entrenadores que siguieron sus pasos.
Su fallecimiento en 2016 fue cubierto con respeto y solemnidad, como corresponde a un personaje que ayudó a consolidar la identidad moderna del balompié nacional.




