La Columna J
Valentía estoica
“El único momento real de mi vida es este momento, y justo ha dejado de existir”.
Estimado lector de este reconocido medio LJA.MX, con el gusto de saludarle como cada semana, espero que se encuentre bien y quiero agradecerle nuevamente, como siempre lo haré, por su tiempo y su atención. Como escritor, suelo preguntarme si alguien me leerá, y es verdaderamente gratificante seguir haciéndolo, pues en algún lugar, en algún momento, probablemente alguien me lea.
“El gran enemigo de la verdad no suele ser la mentira -deliberada, calculada y deshonesta-, sino el mito: persistente, persuasivo e irreal. Demasiadas veces nos aferramos a los clichés de nuestros antepasados; sometemos todos los hechos a un conjunto prefabricado de interpretaciones. Disfrutamos del confort de la opinión sin asumir la incomodidad del pensamiento”: John F. Kennedy.
En esta ocasión quiero continuar con la tesitura estoica. Hablar del estoicismo es hablar de cuatro pilares o puntos cardinales que sostienen esta filosofía. La valentía es uno de ellos, y el escritor Massimo Pigliucci describe que este punto cardinal es indispensable para sostener una vida apegada a la virtud y al equilibrio.
En el enfoque estoico tradicional, las cuatro virtudes cardinales son la sabiduría práctica (prudencia), la justicia, la templanza y la valentía (fortaleza). Pigliucci retoma ese esquema clásico y lo adapta al presente. En su libro How to Be a Stoic menciona que la valentía no solo implica resistencia física frente al peligro, sino especialmente coraje moral, es decir, actuar correctamente bajo circunstancias difíciles. Sin duda, en los tiempos modernos resulta complejo que una persona mantenga disciplina y templanza; por el contrario, la mayoría es avasallada por el ritmo de las redes sociales y de la economía. Ante dicha realidad, la velocidad y la producción envuelven la mente, impidiéndole centrarse en sí misma, coartando su posibilidad de definir un rumbo y mantenerse firme.
Las bases materiales doblegan a la gran mayoría de las personas dentro de estos metadiscursos del progreso, anquilosados en los cuentos de Disney o en otras narrativas que repiten que todo estará bien, cuando la realidad material dice lo contrario. Para las nuevas generaciones no habrá vivienda accesible, el empleo será escaso, la seguridad social un lujo, y la línea de la desigualdad tendrá despuntes cada vez más palpables. Vivimos en un mundo más violento, con más guerras, donde la esperanza parece un recurso escaso.
“Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, al menos podemos ayudar a que el mundo sea un lugar seguro para la diversidad. Porque, en el análisis final, nuestro vínculo más básico es que todos habitamos este pequeño planeta, todos respiramos el mismo aire, todos valoramos el futuro de nuestros hijos y todos somos mortales”: John F. Kennedy.
Para Pigliucci, la valentía estoica consiste en elegir lo correcto incluso cuando ello implica costos, riesgos, críticas o miedo. No es valentía por sí misma, sino valentía guiada por la razón y la virtud. Un ejemplo que él menciona al reforzar esta idea es que uno puede usar las adversidades como ocasión para ejercitar la virtud: soportar insultos con paciencia, resistir el dolor con entereza y actuar conforme al deber, aun cuando duela.
A la letra suena bien, pero no siempre lo es al tomar decisiones personales. La valentía rara vez obtiene recompensa externa o gratitud, pero sí produce fortaleza y grandeza interna; algo que el dinero no puede comprar, pero que la sociedad suele subestimar. La muerte de un ser querido, la separación, la pobreza, la quiebra, la lejanía de las amistades, las traiciones o el rumbo pérfido de la sociedad son pruebas que ponen a la virtud en jaque. Afrontarlas es difícil, pero los estoicos nos dicen: abraza tu destino, sea cual sea. Ser valiente en tiempos de crisis es un acto de congruencia y trascendencia.
“La Nueva Frontera de la que hablo no es un conjunto de promesas, sino un conjunto de desafíos. Resume no lo que pretendo ofrecer al pueblo estadounidense, sino lo que pretendo pedirle. Apela a su orgullo, no a su bolsillo; ofrece la promesa de un sacrificio mayor, en lugar de una mayor seguridad”: John F. Kennedy.
El carácter es destino. En ese tenor, la valentía resulta una conexión con las demás virtudes estoicas: no solo es querer, es atreverse. Es saber que caeremos, que dolerá, pero que tarde o temprano el valiente se levanta. Y cuando la esperanza se vuelve invencible, la victoria final está asegurada. Aun si la derrota se presenta, si se enfrenta con valentía, también se le abraza.
In silentio mei verba, la palabra es poder, la filosofía es libertad.




