Nacido el 3 de noviembre de 1954 en Mexicali, Baja California, México, Carlos Armando Girón Gutiérrez emergió como uno de los más destacados exponentes mexicanos en la disciplina de los clavados.
Trayectoria y logros
Girón participó en cuatro ediciones consecutivas de los Juegos Olímpicos: 1972 en Múnich, 1976 en Montreal, 1980 en Moscú y 1984 en Los Ángeles.
Su mejor momento llegó en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, donde conquistó la medalla de plata en la modalidad de trampolín de 3 metros.
En los Juegos Panamericanos también dejó huella: en 1975 (Ciudad de México) ganó oro en plataforma de 10 m y bronce en trampolín de 3 m; y en 1979 (San Juan) obtuvo plata en plataforma y otro bronce en trampolín.
Adicionalmente, obtuvo una medalla de bronce en el Campeonato Mundial de Natación de 1975 en la prueba de plataforma de 10 m.
El legado de un clavadista de élite
Girón no fue únicamente un medallista; su carrera ayudó a marcar un antes y un después para los clavados mexicanos. Su perseverancia, técnica depurada y consistencia lo llevaron a consolidarse como referente nacional en una disciplina que exige tanto valor como precisión.
El brillante despegue que experimentó en los Panamericanos de 1975 y el podio olímpico de 1980 lo elevaron a la categoría de leyenda deportiva.
Su adiós y la importancia de su memoria
El 13 de enero de 2020, Carlos Girón falleció en la Ciudad de México a los 65 años de edad, tras complicaciones derivadas de una neumonía.
Aunque ya no está presente, su huella permanece viva: cada vez que un clavadista mexicano sube a la plataforma o despliega un salto desde el trampolín, lo hace también impulsado por la inspiración que dejó Girón.
Reflexión final
En el deporte, existen momentos que trascienden el marcador y quedan grabados en la memoria colectiva. El salto hacia la plata olímpica de Carlos Girón no solo es un logro individual, sino un símbolo de ambición, disciplina y orgullo nacional. Su historia enseña que, incluso bajo presión y frente a adversarios de nivel mundial, un mexicano puede elevarse —literalmente— hasta los más altos peldaños.




