En el ring del boxeo, donde cada golpe cuenta una historia de sacrificio y gloria, pocos nombres resuenan con la intensidad de Humberto “Chiquita” González. Nacido el 25 de marzo de 1966 en Nezahualcóyotl, México, este guerrero de apenas un metro sesenta y cinco centímetros de estatura se erigió como un coloso en la división de peso mosca ligero. Conocido como el “Pequeño Gigante”, su carrera profesional, que abarcó desde 1984 hasta 1995, lo vio conquistar el título mundial del Consejo Mundial de Boxeo en tres ocasiones y el de la Federación Internacional de Boxeo una vez. Sin embargo, a menudo eclipsado por la sombra imponente de leyendas como Julio César Chávez, la trayectoria de González es un relato de resiliencia, rivalidades épicas y un legado que inspira a generaciones de boxeadores mexicanos.
El debut explosivo y la racha que lo puso en el mapa
La vida de Humberto González no fue un camino pavimentado de oro, sino uno forjado en las calles polvorientas de Nezahualcóyotl, un suburbio de la Ciudad de México donde la pobreza y la determinación van de la mano. Desde joven, el boxeo se convirtió en su escape y su pasión, aunque detalles de su etapa aficionada permanecen en la bruma del tiempo.
Humberto González debutó como profesional el 1 de septiembre de 1984 en la Ciudad de México donde enfrentó a Jorge Ortega Pérez y desde el primer campanazo dejó claro que no era un boxeador común. Encadenó 18 victorias consecutivas, la mayoría antes del límite, mostrando una pegada devastadora que parecía imposible para alguien de su complexión. Esa racha inicial lo catapultó rápidamente hacia el plano internacional y lo convirtió en la gran esperanza del boxeo mexicano en las divisiones pequeñas.
Su estilo agresivo, siempre hacia adelante, presionando sin descanso y conectando golpes con una potencia descomunal, le ganó el apodo que lo acompañaría toda la vida: “El Pequeño Gigante” de Neza. A pesar de su baja estatura, González peleaba como si midiera dos metros ya que entraba al intercambio sin temor, castigaba el cuerpo y remataba con ganchos de izquierda que mandaban a sus rivales a la lona con frecuencia alarmante.
Campeón del mundo y pionero de los peso mosca
El ascenso de González a la élite mundial llegó en 1989, cuando el destino lo llevó hasta Cheongju, Corea del Sur. El 25 de junio, en una batalla de doce asaltos, despojó del título de peso mosca ligero del Consejo Mundial de Boxeo al invicto campeón, Yul-Woo Lee, ganando por decisión unánime. Aquel triunfo no solo lo coronó como monarca, sino que lo convirtió en el primer mexicano en ceñirse esa corona desde hacía años. Regresó a casa como héroe, pero no descansó: el 9 de diciembre de ese año, en Daegu, Corea del Sur, defendió su cetro ante el ex campeón, Jung-Koo Chang, imponiéndose nuevamente por decisión unánime en doce rounds.
El 1990 fue un año de dominio absoluto. González hizo cuatro defensas exitosas, nocaut en el tercer asalto a Francisco Tejedor (24 de marzo, Ciudad de México), nocaut técnico en el tercero a Luis Monzote (4 de junio, Inglewood, California), nocaut técnico en el quinto a Jung Keun Lim (23 de julio, Inglewood) y nocaut técnico en el noveno a Jorge Rivera (25 de agosto, Cancún). Su racha parecía eterna, pero el boxeo es un deporte cruel. El 19 de diciembre de 1990, en Inglewood, el filipino, Rolando Pascua lo noqueó en el sexto asalto, arrebatándole el título y rompiendo su invicto mundial.
Lejos de rendirse, González se reinventó. El 15 de marzo de 1991, en Ciudad Juárez, noqueó en el noveno asalto a Rey Hernández. Dos meses después, el 3 de junio en Las Vegas, Nevada, recuperó la corona del Consejo Mundial de Boxeo al vencer por decisión unánime en doce rounds a Melchor Cob Castro. En 1992, defendió el título cuatro veces más. Con 25 victorias seguidas en ese punto, “Chiquita” era el rey indiscutible, y los ojos del mundo se volvían hacia una posible unificación con Michael Carbajal, el campeón de la Federación Internacional de Boxeo.
La trilogía legendaria con Michael Carbajal
La rivalidad con Michael Carbajal es, sin duda, el capítulo más recordado de su carrera. Tres peleas épicas entre 1993 y 1994 que llenaron titulares en todo el mundo:
- Primera pelea (1993): González pierde por nocaut en el séptimo asalto tras derribar dos veces a Carbajal.
- Revancha (1994): González gana por decisión dividida y unifica los títulos.
- Tercera pelea (1994, Plaza de Toros México): González retiene por decisión unánime en una guerra inolvidable.
Dos de estos combates fueron elegidos Pelea del Año por la prestigiosa revista The Ring.
El retiro y un legado que trasciende el ring
Tras la derrota ante Sorjaturong, Humberto “Chiquita” González colgó los guantes a los 29 años, cerrando una carrera de 46 peleas con 43 triunfos (30 por nocaut) y tres reveses. Su retiro no fue amargo; al contrario, se volcó a los negocios con éxito, abriendo tres carnicerías en la Ciudad de México donde trabaja como carnicero a tiempo parcial. Lejos de los reflectores, ha construido una vida estable, demostrando que los campeones verdaderos vencen también fuera del cuadrilátero.
El legado de González es inmenso, aunque a menudo se ve opacado por contemporáneos como Julio César Chávez. Formó parte de un selecto grupo de boxeadores que ganaron títulos mundiales tres o más veces en la misma división, al lado de Muhammad Ali, Carlos De León, Evander Holyfield y Sugar Ray Robinson. En 2006, tanto él como Carbajal fueron inductados al Salón de la Fama Internacional del Boxeo, y The Ring los incluyó entre los cien mejores pegadores de todos los tiempos. Su historia no es solo de puños y coronas, sino de un mexicano humilde que elevó el peso mosca ligero a la grandeza, inspirando a miles a soñar en grande pese a las adversidades.
