En el vertiginoso mundo del periodismo deportivo, donde las exclusivas pueden derribar ídolos y las opiniones encendidas avivan debates eternos, Héctor Huerta se erige como una figura inquebrantable. Nacido en Guadalajara, Jalisco, en una época en que el fútbol mexicano aún soñaba con su primer Mundial como sede, Huerta no solo ha sido testigo de la evolución del balompié azteca, sino que ha sido su cronista implacable. Con más de cuatro décadas forjando historias en papel, radio y televisión, su trayectoria es un testimonio de coraje. Desde amenazas de muerte en sus inicios hasta revelaciones que sacudieron vestidores en la era digital.
Hoy, a sus 69 años, Huerta sigue al frente de los micrófonos en ESPN, desmenuzando la Liga MX con la misma pasión que lo llevó a entrevistar a leyendas como Diego Maradona y Pelé.
De las calles al tintero
La pasión de Héctor Huerta por el periodismo no brotó de aulas universitarias ni de linajes periodísticos; fue un fuego encendido en las polvorientas canchas de Guadalajara durante los años setenta. En 1976, con apenas veinte años, ingresó al mundo de las noticias como un joven reportero en El Informador, el decano de la prensa tapatía. Aquellos primeros pasos lo sumergieron en el ajetreo de las redacciones, donde el olfato para la historia era más valioso que cualquier título. Huerta, con su bigote característico ya asomando, cubría partidos locales y tejía contactos en un fútbol que aún olía a amateurismo, pero que bullía de promesas como Hugo Sánchez.
Pronto, su instinto investigador lo llevó más allá de las crónicas superficiales. En 1977, mientras reportaba para diversos medios locales, se topó con un escándalo que marcaría su destino: el irregular título de los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara en la temporada 1975-1976; sospechando irregularidades en la edad de varios jugadores, conocidos coloquialmente como “cachirules”, Huerta se lanzó a una pesquisa exhaustiva. Obtuvo actas de nacimiento y pruebas documentales que revelaban fraudes en el registro, publicando una serie de reportajes que desataron un huracán. El equipo, orgullo estudiantil, se vio envuelto en controversia, y Huerta pagó caro su osadía: recibió amenazas de muerte anónimas que lo obligaron a refugiarse por días.
El momento pivotal llegó en una charla con su editor, quien le dijo palabras que resonaron por décadas: “Si mañana regresas, habrá nacido un periodista; si no, un cobarde”. Aquella noche, Huerta decidió volver. “Ese fue el bautizo de fuego”, recordaba años después en una entrevista con Infobae. La experiencia no solo lo endureció, sino que lo catapultó: su cobertura del Mundial de México 1986, donde siguió de cerca a la Argentina de Maradona, incluyendo la mano de Dios contra Inglaterra, lo consolidó como un nombre a seguir. Entrevistó al propio Diego, capturando frases que aún se citan en antologías periodísticas. Aquel torneo, con su estadio Azteca vibrante y sus 114 goles, fue el lienzo perfecto para un joven que veía en el fútbol no solo deporte, sino un espejo de la sociedad.
La ascensión en la prensa nacional
Con el Mundial en su currículum, Huerta migró a la Ciudad de México en los ochenta, donde el periodismo deportivo era un campo minado de egos y poderes ocultos. Colaboró en El Universal, aportando crónicas incisivas que diseccionaban no solo los partidos, sino las estructuras detrás de ellos. Su pluma se volvió sinónimo de exclusivas: destapó tramas de corrupción en federaciones y negociaciones turbias entre clubes, siempre respaldado por pruebas irrefutables: “En este oficio, una nota falsa te cuesta más que mil exclusivas”, solía advertir a colegas novatos.
Los noventa lo vieron brillar en Excélsior y Reforma, donde asumió roles editoriales, liderando equipos y moldeando secciones deportivas. Cubrió la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994, narrando el penal fallado de Colombia que alteró el torneo y el ascenso de México bajo la batuta de Bora Milutinović. Pero Huerta no se limitaba al campo, en Proceso, la revista de periodismo en profundidad, exploró el fútbol como fenómeno cultural, entrevistando a íconos como Pelé, Julio César Chávez y Fernando Valenzuela. Sus perfiles no eran meras hagiografías; cuestionaban el rol de los héroes en una sociedad desigual, ganándose tanto admiradores como detractores.
En la década de los dos mil, Huerta incursionó en la radio con ESPN Radio Fórmula, donde su voz grave y su estilo directo lo convirtieron en un staple de debates acalorados. Colaboró en El Universal y Reforma, publicando columnas que anticipaban crisis como la de los fichajes irregulares en la Liga MX.
La llegada a ESPN
Aunque Huerta siempre prefirió el papel: “Soy un animal de otro zoológico”, bromeaba, la televisión lo reclamó en 2006. ESPN, en plena expansión en Latinoamérica, lo reclutó por sus temas investigativos. Inicialmente como reportero de campo, Huerta producía segmentos especiales para Fútbol Picante, su programa insignia, donde desentrañaba escándalos. El salto a analista en 2008 fue natural. En Los Capitanes, junto a José Ramón Fernández, su mentor, Huerta se convirtió en el contrapunto racional a las pasiones del “Jefe”. Cubrió la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010, su tercera como cronista, analizando el Tri de Javier Aguirre con ojo crítico. Sus intervenciones en SportsCenter y Fútbol Picante, donde conduce segmentos de investigación, lo posicionaron como el “detective del balón”, revelando desde dopajes hasta intrigas contractuales. En ESPN, acumuló casi dos décadas de contribuciones: columnas en ESPN.com, apariciones en ESPN Radio Fórmula y libros que fusionan periodismo con narrativa.
Su incursión literaria, iniciada en los noventa, floreció aquí. Publicó Tiempo y Espacio: El Fútbol como Fenómeno Psicosocial (2005), un ensayo que explora el deporte como reflejo social; Héroes de Consumo Popular: Antología de los Géneros del Periodismo Deportivo (2010), una recopilación magistral; y El Quinto Partido: 23 Cuentos de Fútbol (2015), coescrito con su hijo César, periodista en El Universal, un tributo filial que valora por encima de todo.
Polémicas que forjaron leyendas
Ninguna carrera como la de Huerta estaría completa sin controversias, esas que lo humanizan y lo elevan. En 2020, durante la pandemia, un enlace remoto en Fútbol Picante se viralizó: ruidos extraños emanaban de su fondo, desatando especulaciones de infidelidad. En mayo de 2025, Huerta rompió el silencio en el podcast de Antonio de Valdés: los sonidos provenían de su compadre Álvaro Morales, quien los imitaba en cortes comerciales: “Fue una composición falsa para dañarme profesionalmente”, acusó, revelando una mano invisible que manipuló el clip. ESPN lo respaldó incondicionalmente, y Huerta guardó la “pieza” para un futuro ajuste de cuentas.
Otro huracán llegó en diciembre de 2020, tras la épica remontada de Pumas sobre Cruz Azul en semifinales (4-0 en la vuelta), Huerta insinuó en vivo que jugadores celestes recibieron “llamadas y tentaciones” para dejarse. El plantel, furioso, amenazó con demandas y exigió intervención de la Liga MX. En septiembre de 2025, en Fútbol Picante, aclaró los audios de fuentes cercanas a Guillermo “Billy” Álvarez, presidente entonces investigado por la FGR, le alertaron de presiones. “Jugadores como Pablo Aguilar lo confirmaron después: ‘hubo cosas raras en el vestidor’”, sentenció, reavivando el debate sin arrepentirse. En mayo de 2025, otra bomba: en Fútbol Picante, acusó a Iván Alonso, directivo de Cruz Azul, de “auto sabotaje” interno, incluyendo un vestidor roto en rabia. La declaración, previa a la final de la Concachampions, dividió opiniones, pero reafirmó su rol como fiscal inclemente.
Un veterano que sigue desafiando al poder
Héctor Huerta permanece como pilar de ESPN, celebrando 19 años en la casa. En Fútbol Picante y Los Capitanes, disecciona el Apertura 2025 con la misma vehemencia: critica la irregularidad de América, el renacer de Chivas y las sombras en la Federación Mexicana de Fútbol. La muerte de Carlos Hurtado, el enigmático promotor que movió hilos en los ochenta y noventa, reavivó ecos: Huerta lo había expuesto en exclusivas, y el fantasma de Hurtado “atormenta” memes en redes. Planeando dos libros más, uno sobre Atlas, su equipo del alma, y otro sobre Chivas, Huerta viaja a Europa para estudiar estadios, ampliando su visión global.
La voz que NO se apaga
Héctor Huerta no es solo un periodista; es el guardián de los secretos del fútbol mexicano, un hombre que enfrentó balas por una nota y risas por un rumor. En una era de fake news y likes efímeros, su compromiso con la verificación inspira a generaciones. Como él dice: “El fútbol es nuestro, con sus glorias y podredumbres”. A sus 69 años, Huerta sigue en la brecha, recordándonos que el verdadero juego se juega fuera del césped.
